Columna de Marisol García: Marvin Gaye: está pasando
La publicación, en mayo de 1971, del disco What’s going on nos deja este mes frente al medio siglo de una cumbre soul que no sólo rebalsó al ya brillante apartado del sello Motown, sino que aún hoy consigue defender un contenido de excepcional vigencia, por fuera de los códigos dominantes.
En la línea de tiempo de la música popular, la corriente rockista ha sido eficaz para fijar sus hitos como los de mayor relevancia. A los héroes de la guitarra eléctrica les celebramos cada cumpleaños, hasta las anécdotas de grandes bandas merecen conmemoración, y el cánon consagrado de los mejores discos de los 60 es dogma anglo inapelable. Y no es que esa pretensión de hegemonía sea maliciosa, salvo cuando se cae en cuenta de la desproporción de su persistencia. La publicación, en mayo de 1971, del disco What’s going on nos deja este mes frente al medio siglo de una cumbre soul que no sólo rebalsó al ya brillante apartado del sello Motown, sino que aún hoy consigue defender un contenido de excepcional vigencia, por fuera de los códigos dominantes.
Ese mismo año, The Who, Rolling Stones, Led Zeppelin y The Doors lanzaban precisos golpes al mentón de la canción eléctrica. Pero si sus álbumes —indiscutibles— asumen hoy la complicidad de la escucha en retrospectiva, los cincuenta años acumulados por el mejor disco de Marvin Gaye invitan a una excepcional seducción en tiempo real, irresistible y remecedora también cuando se la conjuga en presente.
Ya la frase “¿qué está pasando?” podría titular cualquier lanzamiento durante esta pandemia de bordes indefinidos y caldeo social persistente. La escogió Gaye hace cincuenta años para aludir a otra turbulencia multicausal, que aún no conseguía encauzar en reformas civiles las luchas de la década previa, a la vez que cosechaba nuevas negligencias. En ese contexto, componer canciones de denuncia se había vuelto un impulso frecuente, pero nadie esperaba que el mayor galán del soul articulara un disco político completo. Se conoce ya la historia de What’s going on como un álbum que por poco no se publica, pues causó tal división en Motown que llevó al cantante a amenazar con una huelga. Quien se había hecho famoso con duetos y solos de adherente candor amoroso decidió de pronto no cejar en defender una sucesión de canciones sobre violencia policial racista, desesperación heroinómana, y el abandono por igual de niños en pobreza y veteranos de Vietnam, además de una total rareza sobre el descuido medioambiental (dicen que al dueño del sello hubo que explicarle qué significaba la palabra ‘ecology’). Como en un constante estado de alerta, uno tras otro los tracks del disco se van fundiendo. La voz hábil de Marvin Gaye consigue orientar el sentido de urgencia y los énfasis de su indignación por un sendero sinuoso, despejado de asperezas y encendido de sentimiento.
Varias pistas reinstalan este año la relevancia de What’s going on para quienes confiamos en la canción popular como síntoma certero de su tiempo. Hay dos nuevas reediciones del disco, con remezclas y maquetas, y en Michigan se estableció un nuevo What’s Going On Day. Pero el peso de esa marca y las conexiones biográficas con su autor —un hombre tan digno de aplausos como de compasión— pueden distraer una escucha de invitación suave, que por sobre todo impone la altura de sus arreglos (que en los créditos certifican diez voces invitadas, dieciocho músicos en cuerdas y doce en bronces, más teclados y percusión). Cuando es dramática, la coyuntura motiva cantar con furia y lo poco que se tenga al alcance. Marvin Gaye, en cambio, vio en ella la inspiración para una sinfonía.