Columna de Martín Andrade: ¿Extender o elevar las ciudades?

Cordillera después de la lluvia
AGENCIAUNO


El nombramiento de Paola Jirón como presidenta del flamante Consejo Nacional de Desarrollo Territorial es sin dudas una gran noticia, pues reactiva el alicaído rol que por estos meses había tenido esta instancia tan importante que se había logrado luego de la promulgación de la Política Nacional de Desarrollo Urbano, y que a partir de ahora se funde con su símil de desafíos rurales para dar nacimiento a una nueva entidad.

Dentro de sus primeras definiciones, Paola Jirón puso la mirada en la densificación de las ciudades, en el marco de una reflexión sobre el déficit habitacional y la calidad del espacio donde se emplazan esas viviendas. De esta forma, marca un punto en uno de los principales lineamientos que deben ser resueltos desde la planificación urbana: expandir horizontalmente los barrios o subir su altura, resguardando siempre la calidad del entorno de quienes residen en esos territorios.

Extender o elevar las ciudades pasa a ser entonces una decisión crucial, enfrentándose posiblemente a la oposición de muchos habitantes que quizás marcados por malos ejemplos de “guetos verticales”, no desean construcciones de altura cerca de sus propias viviendas, a pesar de lo inconveniente que resulta extender en demasía la mancha urbana por el impacto en el medioambiente, la movilidad y la ampliación de servicios e infraestructura.

Si contamos con una buena planificación con incentivos correctos, debemos perderle el miedo a densificar más las ciudades. Si la ONU promueve eficiencia en el crecimiento de las ciudades y priorizar la renovación urbana, y si nuestra Política Nacional de Desarrollo Urbano impulsa la generación de viviendas dentro de las zonas urbanas -fortaleciendo de paso una mayor integración social, como lo plantea el Plan de Emergencia Habitacional-, pues es evidente que una densificación equilibrada es la respuesta.

“Densificación equilibrada”, concepto que si bien es cierto puede sonar obvio y fácil de implementar, quizás no lo es tanto cuando vemos que aún existen comunas sin planes reguladores o con estos instrumentos con 20, 30 o incluso algunos con más de 40 años de desactualización. O cuando observamos proyectos que se levantan en zonas donde resulta evidente, en ocasiones hasta advertido, que en algún momento la fuerza de la naturaleza pasará alguna factura.

Tres desafíos entonces: el primero de ellos es impulsar una agenda para actualizar con urgencia los planes reguladores, teniendo en consideración los nuevos episodios climáticos que según todos los expertos se intensificarán. En segundo lugar, volver a repensar cómo construimos calles, viviendas, parques o zonas de mitigación para generar ciudades más resilientes ante un cambio climático que está transformando el entorno delante de nuestros ojos. Y tercero, impulsar una densificación equilibrada, sobre todo en ejes de transporte, para lograr barrios con mejor integración y servicios más “al alcance de la mano”.

Martín Andrade, director ejecutivo de Corporación Ciudades.