Columna de Matías Concha: “Implementando la regionalización por dentro”
"En un país con recursos limitados, el sueño de la regionalización no debe ser recordado como una Satrapía basada en un anhelo o un conflicto fratricida por más recursos, sino como un camino institucional posible que permita, desde el interior de empresas, gremios y estado contar con la gobernanza y proceso que logre conectar con la profundidad real de la problemática regional de forma de entregar las soluciones adecuadas."
Desde la época de Ciro II de Persia y posteriormente asimilado por Alejandro Magno se empezaron a configurar esquemas que permitían administrar amplios imperios basados en que los terrenos lejanos eran administrados no por un emisario central, sino por un llamado “Sátrapa”, o persona o dinastía local que permitía alinear mejor a las personas de cada una de sus regiones. Este tema que nació de una respuesta a resguardar la seguridad básica en grandes extensiones en la edad Antigua, a lo largo de la historia ha evolucionado hacia cómo administrar bien y mejorar la calidad de vida de las personas en amplios dominios compartidos.
Dentro de una misma gran nación llamada Chile, en donde distintas personas desde diversas regiones y culturas unidas por un futuro e identidad común, hemos avanzado hacia una regionalización, pero sin una definición clara del modelo a seguir. La problemática se repite cada día en el camino con el estado, gremios, empresas u organizaciones a lo largo del país en base a dos imperativos: (i) Cómo levantar y priorizar los problemas y (ii) cómo coordinarse o asignar adecuadamente los recursos o planes de acción entre el nacional y el regional.
Si a nivel regional existen 16 ó más realidades, es preferible resumir las problemáticas más comunes en macrozonas afines, reduciendo la cantidad de interlocutores y subiendo al mismo tiempo la prioridad o expertise de una problemática transversal a objeto de que tenga mucho más eco. Temas como la seguridad, la informalidad, el bloqueo a la necesaria inversión verde, planes de infraestructura, las altas brechas de capacitación en capital humano, las amenazas a la industria de la pesca en 5.000 [Km] de costa o planes de resilencia hídrica son coreados desde varias regiones con ejemplos simbólicos, pero marcando siempre un hilo prioritario y común. Las estructuras de gobierno corporativo que se adecúen y permitan que desde regiones se prioricen los problemas más relevantes, van a lentamente ser percibidas como protagonistas en relación a la gravedad, profundidad y contexto de las problemáticas que hoy día debemos abordar.
Una vez levantadas las prioridades, la clave viene en la coordinación de una agenda en común en donde el rol del central es de complementar la necesidad del regional y asignar adecuadamente los recursos. Si el levantamiento fue hecho a través de macrozonas desde regiones, el problema ya fue levantado en la profundidad y alcance que tiene y la asignación de recursos se hace mucho más clara. Por otro lado, la coordinación desde el central es clave en las temáticas que se están localizando en varias regiones en forma simultánea como los Planes de ordenamiento territorial, consejos de cuenca, planes de zonificación costera, biodiversidad e institucionalidad ambiental territorial. En cada caso, es importante validar una línea o metodología común, de forma de evitar la improvisación institucional para que desde regiones se localice y contextualice la mejor solución en cada caso.
En un país con recursos limitados, el sueño de la regionalización no debe ser recordado como una Satrapía basada en un anhelo o un conflicto fratricida por más recursos, sino como un camino institucional posible que permita, desde el interior de empresas, gremios y estado contar con la gobernanza y proceso que logre conectar con la profundidad real de la problemática regional de forma de entregar las soluciones adecuadas.
* El autor es consejero Sofofa.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.