Columna de Matías Errázuriz: “Chile sostenible: avances que exigen velocidad”

"Tanto en Chile como en el resto del mundo, la ciudadanía, inversionistas y visionarios buscan empresas más conectadas con las exigencias y retos que se presentan ante contextos desafiantes
Chile ocupa el puesto número 30 del Ranking de Sostenibilidad publicado por la Universidad de Cambridge en 2021, superando a los demás países de América Latina. Si bien podemos estar orgullosos de este resultado, es necesario analizar cómo podemos acrecentar lo obtenido para mantener un liderazgo en el desarrollo de las economías sostenibles y crear un ecosistema de empresas de diversos tamaños que visualicen la sostenibilidad por medio del triple impacto como parte esencial de su gestión económica, social y medioambiental.
Y si bien se observa un dinamismo de las empresas para avanzar en la materia pareciera ser que falta un punto en común desde donde empezar, pues cada organización está progresando, en forma independiente, implementando acciones en torno al desarrollo sostenible, pero las iniciativas colectivas no son suficientes. Por ello, es imperativo levantar una línea base que permita establecer en qué grado de sostenibilidad se encuentran las empresas y debemos lograr métricas que determinen el avance de las iniciativas, acciones futuras, metodologías utilizadas y los tiempos requeridos.
Recientemente, Endeavor y Sistema B diseñaron la iniciativa Chile Sostenible, donde a partir de un estudio, 268 empresas y organizaciones se autoevaluaron para diagnosticar su grado de sostenibilidad. El resultado es bajo debido a que todavía se puede apreciar un reducido grado de cumplimiento en las acciones de triple impacto. Ejes como gobernanza y transparencia; social y personas; y medio ambiente no lograron alcanzar el 50%.
Sin duda, la cifra indicada se presenta como una oportunidad de mejora. La inversión de carácter público se está produciendo principalmente en las empresas que de mejor forma han acogido y aplicado el desarrollo sostenible. El estudio señalado determinó, además, que a inicios de 2009 la mayor cantidad de la adjudicación de fondos y proyectos se concentraba en empresas grandes (44,4%), pero en 2022, dicho panorama cambió en beneficio de las pymes (76,9%). Estamos, entonces, ante un cambio de paradigma que se produce en la génesis de empresas emergentes, las que suelen estar más conectadas y conscientes sobre la relevancia del desarrollo sostenible. Es decir, suelen ser culturas organizacionales en donde la sustentabilidad es esencial en la conformación.
La cadena de valor de cada organización con un fuerte compromiso en este ámbito es lo que finalmente determinará su éxito, crecimiento y legitimidad, especialmente ante la opinión pública. Tanto en Chile como en el resto del mundo, la ciudadanía, inversionistas y visionarios buscan empresas más conectadas con las exigencias y retos que se presentan ante contextos desafiantes. Esta situación la pudimos observar en plena pandemia. En aquel periodo las entidades que lograron mantenerse y surgir no sólo fueron las más tecnologizadas, sino las que mejor se conectaron con las preocupaciones e intereses de las personas.
Estamos ante cambios trascendentales, que podrían optimizar nuestra proyección como especie y es justamente el desarrollo sostenible lo que ajustará el rumbo hacia dicho propósito. Por ello, es momento de dejar de lado los eslóganes para que podamos potenciar la sostenibilidad como parte de nuestro ADN. Lo anterior, desde los esfuerzos públicos-privados en torno a una educación más sostenible y también en el fomento de emprendimientos que sean virtuosos en relación al triple impacto.
El autor es Socio y CEO Genera 4, emprendedor Endeavor