Columna de Mauricio Apablaza: 2025: cuatro millones de personas mayores y 150 mil nacimientos
El próximo año, casi cuatro millones de chilenos tendrán 60 o más años, representando aproximadamente el 20% de la población del país. De acuerdo a las proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas, por primera vez el número de personas mayores superará al de menores de 15 años, marcando un hito en el cambio demográfico de Chile, lo que implica un mercado laboral de menor tamaño, mayores tasas de dependencia y una presión creciente sobre el gasto público, especialmente en salud y pensiones.
Las causas de esta transición son claras, aunque las soluciones son complejas. Desde 1990, la esperanza de vida en Chile ha aumentado en casi diez años, mientras que los nacimientos se han reducido a la mitad en el mismo período. Si en 1990 nacían aproximadamente 300 niños, las estimaciones para este año sugieren que solo nacerán 150 mil. Una respuesta inicial al envejecimiento poblacional a nivel global ha sido el impulso de las tasas de natalidad, sin embargo, la experiencia muestra que esto no es tan sencillo.
Por ejemplo, la eliminación de la política de hijo único en China no logró revertir las bajas tasas de natalidad, y las transferencias monetarias en Japón han tenido un impacto limitado en el aumento de los nacimientos. Por otro lado, las experiencias más efectivas han incluido una combinación de políticas migratorias y medidas que faciliten la maternidad, como la reducción de sus costos, la promoción del compromiso parental y el incentivo a familias que ya tienen hijos para aumentar su tamaño.
Para Chile, este cambio demográfico abre también una ventana de oportunidades en términos de desarrollo. En lo social, el envejecimiento poblacional impulsa la necesidad de transformar la infraestructura y los servicios para promover un entorno inclusivo, accesible y seguro para los adultos mayores. Este proceso exige ajustes en las políticas públicas y un cambio de paradigma en la percepción de la vejez, promoviendo un rol más activo y valorado de las personas mayores en la sociedad chilena. Este cambio parte por la necesidad de entender a este grupo etario como un grupo heterogéneo con intereses diversos que no responden a una única forma de ver la vida.
El envejecimiento, por otro lado, puede ser una fuente de crecimiento económico. La longevidad y la experiencia acumulada de los adultos mayores pueden aprovecharse como motores de innovación y desarrollo en diversas áreas, desde la mentoría en el ámbito laboral hasta el trabajo comunitario. Por otro lado, la economía plateada abre un espacio a los emprendedores que tiene el potencial de generar empleos y nuevas oportunidades de negocio, contribuyendo a la economía nacional.
Sin embargo, para que Chile pueda aprovechar estas oportunidades, es necesario comenzar a pensar, diseñar e implementar una visión de futuro a través de un enfoque integral que permita al lector como al escritor de esta columna una adultez mayor más plena.
Las estrategias de apoyo al cuidado parecen ir por el camino correcto a partir de la experiencia internacional. Sin embargo, estas deben ser complementadas no solo con la incorporación de tecnologías, sino que también, con entender la integralidad de los individuos.
Estas incluyen, entre otras, la creación de oportunidades de empleo flexible para quienes así lo deseen, el fortalecimiento de estrategias de salud preventivas, la promoción de actividades sociales y entornos urbanos amigables.
Por Mauricio Apablaza, director CIPEM UDD