Columna de Mauricio Morales: El “octubrismo” ha muerto

Nueva jornada de Manifestacion en Plaza Italia


La última encuesta Cadem fue categórica. Solo un 14% denomina “Plaza Dignidad” a Plaza Italia, y un 22% está de acuerdo con construir un memorial del estallido social. Si bien las causas del estallido son razonables y atendibles desde toda perspectiva, las jornadas de violencia y de vulneración del Estado de derecho dejan más dolor y tristeza que sueños y esperanzas. La democracia corrió riesgo y, a partir de eso, Chile abrió la puerta a un proceso constitucional que está cerca de su segundo fracaso. El jolgorio que provocaron las jornadas de protesta y la pasividad frente a los hechos de violencia nos transformaron, poco a poco, en una sociedad de enemigos. El primer proceso constitucional fue prueba de aquello. La Convención no reflejó un arcoíris diverso, y el veto sobre la diferencia se hizo sentir en sucesivas funas, censuras y cancelaciones. El “octubrismo” recién fue derrotado en el plebiscito constitucional de 2022. Y lo hizo en tres dimensiones.

Primero, culturalmente. Hoy por hoy, el apelativo “octubrista” genera más vergüenza que orgullo, vinculándose al silencio cómplice frente a los inaceptables hechos de violencia. No hay que ir muy atrás para corroborar la evidente confusión entre manifestaciones públicas y delincuencia común, entre barricadas y expresiones legítimas de malestar popular, y en destacar -luego de una marcha- la realización de un gran acto cultural por sobre la destrucción de bienes públicos a vista y paciencia de todos. Parte de la prensa y varios líderes de opinión tendrán que hacer su autocrítica, aunque el daño ya está hecho.

Segundo, ideológicamente. Es cierto que sobre la base de la presión y la debilidad de la elite política, el “octubrismo” forzó un proceso de cambio constitucional, pero luego del rechazo al primer texto y la posibilidad cierta de que el segundo proceso termine igual, el balance es negativo. El afán refundacional quedó atorado en la Convención, y los chilenos se pronunciaron de manera clara y rotunda en el plebiscito de salida. La propia encuesta Cadem muestra, por ejemplo, el valor del bicameralismo en la estructura del Congreso, la libre elección en materia de salud y previsión social, la propiedad sobre los fondos de pensiones, entre otras.

Tercero, políticamente. Los resultados de las recientes elecciones de consejeros constitucionales son prueba de aquello. Republicanos obtuvo el 35% de los votos y, al menos hasta ahora, los candidatos presidenciales de derecha llevan amplia ventaja. A esto se suma un gobierno impopular y una izquierda que se debate entre avanzar hacia el centro o apertrecharse en un extremo.

La pesadilla ha terminado. Octubre ha muerto, pero las consecuencias sobre nuestra vida social siguen ahí. Reconstruir la amistad cívica no será fácil, pero al menos hay amplia conciencia de que el “octubrismo” es una especie en extinción, al menos por ahora.

Por Mauricio Morales, académico Universidad de Talca

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