Columna de Mauricio Villena: Cartas de economistas y Economía Política

SAN ANTONIO: Terminal portuario DP World


Las cartas que economistas han publicado por el “A favor” o el “En contra” del proyecto constitucional recuerdan una antigua discusión de la economía: ¿Puede la economía ser completamente libre de juicios de valor y sesgos?

En el siglo XIX existía la llamada economía política, donde sus exponentes hacían sus contribuciones desde la filosofía social y política, entre ellos, por mencionar algunos: Thomas Malthus, John Stuart Mill y Jean-Baptiste Say. En aquella época, los economistas políticos consideraban que la economía era una investigación normativa sobre cómo debía actuar el gobierno para fomentar (o no obstaculizar) la prosperidad económica y el crecimiento. Sin embargo, hacia fines de dicho siglo se empieza a acuñar la idea de la economía positiva, en contraposición a una economía normativa. Aunque el positivismo fue introducido en economía por John Stuart Mill, fue John Neville Keynes, padre de John Maynard, quien en su libro: “The Scope and Method of Political Economy” definió la economía positiva como la ciencia de “lo que es”, frente a la economía normativa, el estudio de “lo que debería ser”, definiciones que se utilizan hasta el día de hoy en libros de texto.

Paul A. Samuelson en “Foundations of Economic Analysis” (1947) sentó las bases teóricas de la economía positiva, transformando la metodología de la economía en un enfoque más científico, matemático, separándose así de otras ciencias sociales. Por su parte, Milton Friedman en “Essays in Positive Economics” (1953) profundizó en la distinción entre economía positiva y normativa, definiendo el objetivo de la economía positiva como el desarrollo de teorías que ofrezcan predicciones “válidas y significativas” que sean precisas, comprobables y acordes con los tests empíricos disponibles. Para esto, según Friedman, los economistas deben crear modelos que simplifiquen la realidad, y donde los supuestos no necesariamente deben ser realistas, siendo lo importante que expliquen y predigan de buena forma los fenómenos económicos. Siguiendo esta visión, desde la segunda mitad del siglo XX a la fecha, los economistas profesionales han puesto hincapié en los aspectos científicos o positivos de la economía en sus investigaciones.

Sin embargo, existen críticos a esta separación tan clara entre economía positiva, y normativa. Por ejemplo, el premio Nobel (1974) Gunnar Myrdal enfatiza que existe una “coloración de la investigación por los valores y la ideología”, defendiendo un debate más abierto sobre los valores y la ideología que, según Myrdal, siempre están presentes en la economía. Myrdal rechazó la idea de una ciencia económica libre de juicios de valor, estando interesado también en los aspectos subjetivos del conocimiento, señalando que los economistas deberían intentar ser más conscientes de los juicios de valor implícitos en sus investigaciones, y hacerlos explícitos en los estudios que son de interés público. Siguiendo a Myrdal entonces, quizás, en vez de ser algo reprochable, las cartas de economistas apoyando posiciones políticas, sea positivo para la sociedad para conocer de forma explícita los juicios de valor y sesgos de dichos economistas y así contar a futuro con una visión más completa y ponderada de sus predicciones y recomendaciones.

Por Mauricio Villena, decano de la Facultad de Administración y Economía, Universidad Diego Portales

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