Columna de Mauro Valdés y Francisco Klima: Paipote y Tocopilla, historia de dos ciudades
La fundición de Paipote lleva el nombre de quien fuera senador por tres períodos en la entonces agrupación provincial de Atacama y Coquimbo, Hernán Videla Lira, entre 1941 y 1965. Videla, como la instalación que representa su legado y lleva su nombre, cumplió un rol fundamental en el desarrollo de la industria minera en el norte del país a mediados del siglo XX.
La instalación se convirtió, rápidamente, en el centro de la actividad económica del pequeño poblado de Paipote, que había crecido alrededor de una estación del ferrocarril entre Caldera y Copiapó construida en 1854. El devenir de un territorio que también abarca a Tierra Amarilla e incluso a Copiapó, estuvo determinado por esta vocación: Paipote es la cara visible hoy, en los medios, de un rosario de comunidades de pequeños y medianos pirquineros.
En mayo de 2021, la fundición Hernán Videla Lira registró una liberación de óxido de azufre a la atmósfera cinco veces superior a la norma internacional. Al año siguiente, la Empresa Nacional de Minería, Enami, anunció que reemplazaría el complejo, que ya tiene 72 años de funcionamiento. En noviembre pasado, la minera estatal decidió adelantar el plan de cierre temporal de la fundición, y el 5 de febrero de este año, buscó tranquilizar a los habitantes de Paipote y también a los pequeños y medianos mineros que dependen de la fundición a través de una carta abierta que aseguraba que el cierre solo sería temporal, sin anunciar cuánto tiempo duraría.
A fines de febrero el cierre se hizo realidad, más de un mes antes de la fecha anunciada. La causa fue la falta de stock de metal para fundir: los mineros denunciaron retrasos en los pagos y dejaron de vender concentrado de cobre a Hernán Videla Lira. El funcionamiento de Paipote, que ya representaba pérdidas para Enami, se volvió, más que nunca, injustificable. Con todo, a pesar de que la minera estatal anunció que seguiría comprando mineral a los pequeños productores, el gobernador de Atacama, Miguel Vargas, lamentó la decisión y denunció que va en contra de la descentralización que promueve el gobierno.
Es cierto que las instalaciones ya cumplieron su vida útil. Tan cierto como el descontento y la preocupación de los sindicatos mineros y de la población que depende económicamente de la Fundición, por la falta de certezas ante lo que viene. Tan cierto como la necesidad del país de contar con fundiciones modernas para el tratamiento de concentrados complejos.
La generación de energía está engranada con la identidad y con la historia de Tocopilla tal como la fundición de metales lo está con Paipote. Después de más de un siglo de alimentar de electricidad a la minería del cobre, Tocopilla atraviesa hoy un proceso de reconversión radical a causa del cierre de las termoeléctricas que la convirtieron en una pieza vital de la industria minera y dieron forma a la ciudad y a su gente durante décadas.
Las experiencias son comparables, pero los caminos han sido diferentes. Las historias de ambos lugares divergen en un momento que, en el caso de Tocopilla, tiene una fecha exacta: el 9 de agosto de 2021. Ese día, la Corte Suprema acogió un recurso de protección presentado por los trabajadores portuarios de Tocopilla en contra del Ministerio de Energía, que estaban quedando sin trabajo por el cierre de las termoeléctricas a carbón y el fin de las faenas portuarias asociadas a esa industria. El fallo reconocía que los trabajadores no debían ver amenazada su subsistencia a causa de las medidas tomadas por el Estado para abandonar el uso de combustibles fósiles, y subrayaba la importancia del proceso de Transición Justa, que conciliara “el desarrollo ambiental, económico y social” de la ciudad.
El fallo declara entonces que es deber del Estado garantizar la armonía de esos desarrollos. Tras el cierre de las termoeléctricas, Tocopilla se encuentra ahora en ese proceso, con mesas de trabajo que reúnen a autoridades, habitantes y empresas que están identificando los caminos para construir el futuro productivo de la comuna.
La pregunta por el futuro de Paipote, en cambio, sigue abierta. La tarea -el deber- del Estado ahora es liderar la reconversión productiva de quienes se han visto afectados por el cierre de la fundición, a través de planes que dialoguen y se hagan cargo de las expectativas del territorio y su gente.
El mensaje del gobierno, por lo menos a gran escala, es claro: el Presidente Gabriel Boric, presente en el cierre de la última termoeléctrica de Tocopilla, declaró que implementar una estrategia de transición productiva es la única manera de abrir un futuro para la ciudad. En Paipote, eso todavía está por ocurrir: el cierre se adelantó al plan de reconversión. La labor del Estado aquí es fundamental para que la visión presidencial se vuelva algo concreto y, sobre todo, para que esa comunidad, también, pueda trazar su propio camino.
Mauro Valdés y Francisco Klima, socios fundadores de Dinámica Plataforma.