Columna de Max Colodro: 22 de agosto

CAMARA : 22 Agosto 2023


Es una tranquilidad saber que, al menos en el Congreso, el pasado perdura y lo urgente no puede eclipsar a lo importante. Que medio siglo después, el acuerdo de la Cámara de Diputados que el 22 de agosto de 1973 declaró el “grave quebrantamiento del orden constitucional y legal” por parte del gobierno de la UP sigue y seguirá provocando al interior de la Corporación las mismas pasiones, gritos e insultos de entonces. Como en un tiempo congelado o en un “día de la marmota” sin fin, confirmando que nada puede ni podría cambiar; porque las cuentas nunca estarán saldadas, todo está aún pendiente y la historia siempre puede reescribirse. Esta vez, unos pretendían repudiar ese acuerdo y otros quisieron leerlo a viva voz. Obtuvieron más votos los segundos.

Lo memorable es que el 22 de agosto, no de 1973, sino de 2023, medio país sufría los rigores de las más graves inundaciones en muchos años y otra escuela rural era incendiada en la Macrozona Sur. Ya van más de 30 recintos educacionales convertidos en cenizas en el último tiempo; salas y pupitres a los cuales este 22 de agosto no llegaron los niños y sus profesores y, por tanto, en la clase de historia nadie pudo contar a los alumnos de los hechos extraordinarios que ocurrieron hace exactamente 50 años en la Cámara de Diputados.

En estos días, mucha gente ha visto sus casas arrasadas por el diluvio, sus tierras y fuentes de trabajo destruidos, sus animales muertos y sus caminos cortados. Igual que tantos niños que periódicamente ven arder sus escuelas, y fieles que también son testigos de sus iglesias y templos consumidos por las llamas. Pero todo eso pasa casi inadvertido, porque ningún dolor o angustia del presente estará jamás a la altura de lo que se vivió en Chile hace 50 años. Las generaciones actuales tienen entonces que ser empáticas y comprensivas. Porque aquellos que en su tiempo no cuidaron la democracia, los que justificaron la violencia, avalaron un Golpe de Estado o guardaron silencio frente a las violaciones a los derechos humanos, merecen al menos que el Chile de hoy se prosterne y rinda homenaje a los que, hace ya medio siglo, no supieron encontrar una solución pacífica y civilizada a sus diferencias.

Los chilenos de hoy y del mañana debemos tenerlo claro: la memoria del Golpe de Estado, de los crímenes de lesa humanidad, del avanzar sin transar y la lucha armada no compartirá su estelaridad. Nada será nunca comparable a la tragedia que se vivió en aquellos años aciagos. Qué podrían significar hoy un par de calles inundadas o escuelas y templos consumidos por el fuego. En rigor, quienes tienen ahora sus pies en el barro o ya no pueden ir a clases solo debieran dar gracias de no haber vivido los horrores que ocurrieron hacen medio siglo.

Por eso es que la Cámara de Diputados puede seguir con orgullo peleando exactamente por lo mismo que peleaba hace 50 años. Y quien no lo entienda, vive en una realidad paralela.

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