Columna de Max Colodro: Caiga quien caiga
Nunca sabremos cómo el celular de Luis Hermosilla terminó siendo el santo grial del tráfico de influencias, una caja de Pandora cuyos secretos amenazan con extenderse hasta el infinito. El oficialismo disfruta viendo a políticos de derecha involucrados en el inicio de la trama, cuando esto tiene todas las notas un déjà vu: hace unos años Penta fue el primero en caer en el torbellino del financiamiento ilegal de las campañas y la centroizquierda celebraba con el exministro Rodrigo Peñailillo a la cabeza. Poco tiempo después, fue la cabeza del propio exministro la que rodó, al saberse que la campaña de Michelle Bachelet había recibido dineros de SQM.
Ahora vuelve a ocurrir: Andrés Chadwick es el primero en la lista, pero los antecedentes extraídos del WhatsApp de Hermosilla llenan cientos de miles de páginas, o sea, la danza de nombres involucrados en esta red recién comienza. Por fortuna, hoy las circunstancias son otras y cuando vayan quedando en evidencia los involucrados, no será tan fácil llegar a un acuerdo transversal para que el SII desista de querellarse por delitos tributarios, ni para que los fiscales sean convencidos de la necesidad de guardar los antecedentes en un cajón.
Este caso, que involucra a un prominente abogado de la elite política y empresarial, no tendrá más alternativa que seguir adelante, porque ahora es la propia sobrevivencia del poder judicial lo que está en juego. En un momento dramático, con una crisis institucional y de seguridad sin precedentes, no hay espacio para más arreglines entre los poderosos de siempre, es decir, no será fácil que el sistema político pueda zafar como lo ha hecho innumerables veces. Esta vez, los fiscales y los jueces estarán sometidos a una presión y un escrutinio público implacable, que hará muy difícil que los nombres de los involucrados en eventuales delitos sean escondidos bajo la alfombra, o terminen impunes.
El ánimo actual de la opinión pública no deja, esta vez, espacio para “razones de Estado” o un mal entendido cuidado de las instituciones, y para que los responsables de delitos puedan volver a establecer un manto de impunidad, con el argumento de que su absolución contribuye a salvaguardar el bien común. Hoy no existe margen para esa indecencia; el país necesita conocer a todos y cada uno de los nombres vinculados a este caso y nada puede hacer mejor que la verdad, la transparencia y la acción de la justicia.
Que caigan los que tengan que caer, del sector que sean, sin importar sus cargos actuales y sus trayectorias pasadas. Luis Hermosilla es el “resorte de la máquina”, el engranaje de un esquema transversal que debe salir completo a la luz, con todos sus integrantes, pasados y presentes, para que sean conocidos y juzgados con todas las garantías del estado de derecho. Porque, la otra alternativa, un nuevo acuerdo tras bambalinas, otro arreglín para salvarse entre todos, simplemente sería el puntapié final para un sistema de justicia al borde del abismo.
Por Max Colodro, filósofo y analista político
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