Columna de Max Colodro: Confesiones de una máscara

Boric Piñera


Vivimos tiempos en que un Presidente de la República puede cambiar de opinión sobre cualquier cosa: estados de excepción, resguardo de infraestructura crítica por parte de las FF.AA., retiros de fondos de pensiones, responsabilidad fiscal, etc. Pero que las supuestas convicciones en materia de violaciones a los DD.HH. pasen a ser también parte de lo que puede ser desechado, es otra cosa.

En el gobierno anterior, el diputado Gabriel Boric tuvo una opinión muy clara y categórica: el entonces Presidente Piñera tenía responsabilidades políticas en las violaciones a los DD.HH. ocurridas durante el estallido social; él y sus ministros debían ser indagados por la justicia y, eventualmente, sancionados. “Vamos por ti”, repetía el candidato Boric en los debates presidenciales, insistiendo en que los abusos policiales y sus víctimas no podían quedar en la impunidad.

Pero como todo cambia de perspectiva cuando se llega al poder, parece que hoy el Presidente Boric olvidó dicha convicción, puede invitar sin problemas a Piñera a integrar una comitiva oficial, y durante el vuelo compartir con él una amable y distendida conversación. ¿Gabriel Boric ya no cree que Piñera tuvo responsabilidades políticas en las violaciones a los DD.HH. ocurridos durante el estallido, y que la justicia debe perseguirlas y sancionarlas? Porque si no cambió de opinión, este y varios otros gestos que ha tenido hacia el exmandatario son simplemente impresentables. Estas materias no son un juego y aquí no caben inconsistencias. O quizás sí cambió de opinión, como en tantas otras cosas, y, en ese caso, debiera como mínimo explicitar las razones de por qué -para él- ya no sería necesario ni justo perseguir a Piñera.

La tercera alternativa es más delicada: todo esto de imputar al ex jefe de Estado responsabilidades en materia de DD.HH. no fue otra cosa que un bluf, una mascarada, una estrategia de campaña en la que nunca hubo más convicción que el imperativo de golpear al adversario. ¿El Frente Amplio y el PC piensan lo mismo? ¿No tienen nada que decir frente a que el Presidente invite a un supuesto responsable de violaciones a los DD.HH. a acompañarlo en una comitiva oficial?

¿Y al propio Sebastián Piñera, tampoco le importa que el líder de aquellos que intentaron tumbarlo por la fuerza, de los que validaron la violencia, incendiaron el país y lo acusaron constitucionalmente dos veces, ahora lo invite amablemente a viajar con él? ¿Le ha preguntado a Boric si aún considera necesario sentarlo ante un tribunal por un delito tan grave?

Si hemos llegado al punto en que incluso las violaciones a los DD.HH. terminan siendo parte del “juego político” y las “estrategias de campaña”, quiere decir que ya no queda nada, que todo puede ser usado y profanado con fines electorales. Es lo que, al parecer, confirmamos esta semana: que hasta las violaciones a los DD.HH. son hoy una mera coartada, un recurso para el oportunismo, confesiones de una máscara que, una vez alcanzado el poder, simplemente se echan al olvido.

Por Por Max Colodro, filósofo y analista político

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