Columna de Max Colodro: El Chile refundacional
Toda primera lectura -hecha al calor de resultados que aún no terminan de consolidarse- es inevitablemente temeraria. Pero si hay algo que no dejó muchas dudas al observar lo ocurrido ayer en la elección de los futuros constituyentes, es que las dos coaliciones que han gobernado Chile en los últimos treinta años (la derecha y la ex Concertación), sufrieron derrotas aplastantes. Y que, en paralelo, las listas que representan a la izquierda refundacional (PC, Frente Amplio, la lista del pueblo, entre otras), tuvieron un avance muy significativo. Hasta el punto de barrer con los parámetros y el centro de gravedad del sistema político consagrado en las últimas décadas.
La elección de los constituyentes fue, sin duda, un mazazo a los partidos y bloques tradicionales. Entre otras cosas, la primera mayoría relativa la obtuvieron los independientes, es decir, una señal de castigo insoslayable al sistema político en su conjunto. Pero entre las múltiples expresiones que tiene este nuevo mundo independiente hay elementos destacables; entre otras cosas, la lista del pueblo, respaldada por la diputada Pamela Jiles, obtenía 23 cupos y al cierre de esta nota conseguía más votos que la lista del Apruebo, o sea, que la ex Concertación. Algo inimaginable hasta el día de ayer.
En los hechos, la disputa por la hegemonía opositora quedó resuelta en esta jornada electoral. El PC, el FA, la lista del pueblo, entre otros, han dejado a Unidad Constituyente muy disminuida, a horas de consagrar una primaria donde ninguna de sus opciones presidenciales llega al 5%. Es un escenario dramático, que contrasta con la potencialidad con la que emergen de estos resultados Daniel Jadue, Gabriel Boric e incluso, la propia Pamela Jiles, que, a pesar de los modestos resultados de Pablo Maltás en la contienda por la gobernación de la Región Metropolitana, fue uno de los rostros emblemáticos en el apoyo a la lista del pueblo.
En resumen, una primera aproximación a lo ocurrido ayer confirma que, desde una perspectiva política, el Chile de los últimos treinta años llegó a su fin; y aquellos que lo gobernaron y simbolizaron han sido severamente castigados. Las implicancias de esta realidad comenzarán ahora a tomar sus propios derroteros, sendas todavía imprevisibles, pero es innegable constatar que los resultados de ayer representan un punto de no retorno. Un sector muy relevante de la sociedad se ha pronunciado a favor de cambios de fondo, por un anhelo refundacional quizá todavía difuso, y la gran pregunta es cómo el proceso constituyente va a lograr dar forma y contenido a esta enorme expectativa.
Las cifras de ayer irán decantando y sus efectos políticos empezarán rápidamente a precipitarse. Ellos serán la dura constatación de que la jornada de ayer dejó vencedores y derrotados inocultables.
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