Columna de Max Colodro: El desafío de la derecha
En estas primeras semanas posteriores a la elección de consejeros constitucionales, Chile Vamos muestra dos tendencias opuestas: por un lado, el instinto de salir a golpear con todo a Republicanos, buscando iniciar sin demora la eventual recuperación de los votos perdidos. Por otro, el convencimiento de que es absurdo entrar en una espiral de competencia autodestructiva, cuando lo que tiene sentido es buscar alguna fórmula de complementariedad estratégica. En los hechos, ambas posiciones están hoy sobre la mesa, en un entramado que se teje en medio de contactos donde casi todos reconocen la eventual volatilidad de resultados obtenidos en las actuales circunstancias.
Por ello, lo que se está buscando de manera preliminar es definir un marco común, que impida o al menos acote la espiral de una competencia descarnada. Así, insistir en que hoy son los Republicanos los llamados a la flexibilidad táctica, a la generosidad y la apertura para construir alianzas, ha estado entre los principales planteamientos de la centroderecha. Del mismo modo, aceptar que es muy improbable poder recuperar en el corto y el mediano plazo a los votantes de los sectores más duros de la derecha que se movieron hacia la órbita de Republicanos, es parte de la amarga realidad de Chile Vamos. Una realidad que, sin embargo, está instalando el imperativo de que sus partidos se muevan en la dirección opuesta: buscando disputar de manera cada día más abierta y consistente la votación de centro, esa que en los últimos años ha ido quedando huérfana; e incluso aquella de centroizquierda que en el plebiscito de salida estuvo disponible para instalarse en el Rechazo.
En los contactos que ya han iniciado Republicanos y Chile Vamos tiende a coincidirse en que el diseño no es fácil, y que para la centroderecha moverse de su posicionamiento tradicional es complejo y, en más de un sentido, “traumático”; pero hay también cierta convicción en que la complementariedad que se puede lograr en el actual cuadro ayudaría no sólo a volver a La Moneda, sino que podría terminar incluso cambiando el eje del sistema político existente desde el retorno a la democracia. La señal de José Antonio Kast, respaldando el actual proceso constituyente y ya no apostando por su fracaso, fue leído por muchos como una ratificación de este nuevo diseño.
¿Serán capaces ambos sectores de encontrar una fórmula que les permita competir y a la vez complementarse sin caer en la antropofagia propia del sector? ¿Tendrán los partidos de Chile Vamos la convicción y la capacidad para seguir moviéndose hacia el centro sin desdibujarse hasta el punto de perder sus propias identidades? ¿Podrán los Republicanos controlar la tentación hegemónica y entender que sin alianzas hacia el centro tendrán un techo muy difícil de desplazar?
Son parte de los temas que empiezan a articular las conversaciones, en un sector al que siempre le ha costado saber administrar sus éxitos.
Por Max Colodro, filósofo y analista político
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