Columna de Max Colodro: El fracaso
El segundo proceso constituyente se encamina a su fin, y a menos de dos meses de volver a las urnas, el escenario es impresionante: luego de cuatro años de intentar un acuerdo transversal, de insistir una y mil veces en la necesidad de construir “mínimos comunes”, el próximo 17 de diciembre se confirmará que la derecha y la centroderecha, la izquierda y la centroizquierda, no fueron capaces de generar un texto constitucional común.
El derrotero de este esfuerzo ha llegado al paroxismo, al punto que hoy los comunistas, el Frente Amplio y las demás fuerzas de la centroizquierda, votarán para mantener vigente lo que denominan “la Constitución de Pinochet”. Después de lustros de insistir en el imperativo de zafar de la herencia institucional de la dictadura, y de haber logrado vía estallido social imponer una agenda de cambio constitucional, ahora los opositores de la dictadura esbozarán una sonrisa si consiguen que la Constitución de Jaime Guzmán, del neoliberalismo y del Estado subsidiario, se mantenga incólume. Chile, always surprising.
Hasta ahora, las encuestas exhiben una mayor probabilidad de que se imponga la desaprobación al nuevo texto constitucional, es decir, la opción que el oficialismo siempre tuvo claro que iba a apoyar, más allá del baile de máscaras de todos estos meses. Pero incluso si republicanos y Chile Vamos pudieran dar vuelta la actual tendencia, no cambiaría lo sustantivo: que después de cuatro años, dos propuestas sucesivas, una Convención con mayoría de izquierda y un Consejo con mayoría de derecha, miles de millones de pesos invertidos, la democracia y sus protagonistas no fueron capaces de construir mínimos comunes sobre un texto constitucional.
En efecto, el 17 de diciembre volverá a ganar una mitad de Chile y perderá la otra; reafirmaremos que somos una excentricidad donde no existe manera de llegar a una Carta Magna que se acerque a una “casa de todos”. Un fracaso histórico que descarnadamente nos pondrá frente al espejo y nos obligará a mirar nuestro verdadero rostro: el de una sociedad donde un gran sector político considera que derrotar a los adversarios es lo más importante, y que ello justifica que el país y su gente paguen cualquier precio. Porque eso es lo que estos cuatro años terminarán por confirmar, sea cual sea el resultado del plebiscito y las justificaciones que cada uno quiera dar.
Esta semana, la clasificadora de riesgo S&P Global Ratings modificó la perspectiva de largo plazo del país de estable a negativa. La razón esgrimida fue que dicho cambio “refleja el debilitamiento del consenso político sobre parámetros clave de la agenda política y económica de Chile, algo que con el tiempo afectará la capacidad de crecer y potencialmente debilitará su calidad crediticia”. Para ser justos, no es una proyección a futuro, es más bien lo que venimos haciendo desde hace más de una década, donde los resultados están todos a la vista, salvo para los que se niegan a mirar.
Por Max Colodro, filósofo y analista político
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