Columna de Max Colodro: El retorno de Bachelet
![Votacion Michelle Bachelet durante Plebiscito Constitucional 2023](https://www.latercera.com/resizer/v2/FD2EA7UJMNC7NJBPURAUXQGZMI.jpg?quality=80&smart=true&auth=dc5147ffcc8cfd610431e86bc7667ca5b3b5d79cee4aa218c8035d80642f27a5&width=690&height=502)
Los que venían a cambiar el modelo y a enterrar el Chile sumiso de la transición, ahora imploran a Michelle Bachelet, la candidata presidencial que la Concertación presentó en 2005, hace exactamente veinte años. Igual que con Alejandro Guillier en 2017: no importa qué represente, o si a estas alturas representa algo, lo importante es que marca más que el resto en las encuestas. Por tanto, hay que convencerla, incluso presionarla generando un clima de opinión pública, haciéndole sentir que debe sacrificarse por la patria, salvarla de los riesgos escatológicos de la ultraderecha.
Lo insólito de esta opción de futuro es que una nueva candidatura de la expresidenta llevaría a centrar la discusión electoral en reformas implementadas hace casi diez años: un sunami tributario que golpeó severamente la inversión; un cambio en el sistema electoral que hoy todos reconocen que tuvo efectos desastrosos sobre la gobernabilidad; una reforma educacional que impidió a los padres seguir aportando a la educación de sus hijos y quitó para siempre los patines a la clase media; un proceso constituyente que abrió las puertas a un ciclo de inestabilidad institucional e incertidumbre jurídica que aún no termina.
El oficialismo hoy quiere obligar a Michelle Bachelet a ser el rostro del 38%; de los que soñaban con un país plurinacional y con once sistemas de justicia; con la supresión del Senado y su remplazo por una cámara regional; con territorios que podían cobrar impuestos por su cuenta y endeudarse al margen del Fisco; donde el Presidente perdía sus atribuciones exclusivas en materia de gasto público y viviríamos al fin bajo las lógicas de un eterno asambleísmo. Ese Chile convertido en un poema, el país de aquella propuesta constitucional que no era perfecta, mas se acercaba a lo que siempre soñaron; eso sería lo que ahora vuelve encarnado en una nueva candidatura de la ex Presidenta Bachelet. La tercera sinfonía de una Concertación avergonzada, la segunda sonata de la Nueva Mayoría y, también, la desesperada continuidad de un gobierno obligado por sus propios fracasos a convertir una interminable lista de cambios de opinión en señales virtuosas de aprendizaje y madurez.
En rigor, tienen toda la razón: este gobierno no podría estar mejor representado que por Michelle Bachelet. Rostro emblemático de una Concertación traicionada por sí misma, entregada por su propia voluntad a las fauces de una generación que la ninguneó hasta el preciso momento en que necesitó de ella para asegurarse el gobierno. Hoy no podría haber mejor estandarte que la madre despreciada por los hijos, requerida otra vez de urgencia cuando ya no queda nada, salvo el imperativo de asegurar la sobrevivencia al alero del Estado. “Que alguien nos salve de nosotros mismos”; “que nuestro fracaso sea motivo de redención”, como diría el poeta. Eso es al final lo único que queda e importa. Y si para ello la mejor carta posible es una tercera candidatura presidencial de Michelle Bachelet, que así sea.
Por Max Colodro, filósofo y analista político
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