Columna de Max Colodro: En el limbo

Gabriel Boric


Aferrarse desesperadamente al crecimiento económico de un mes para intentar dar vuelta una realidad estruendosa. Buscando convencer a la gente de que el Imacec de 4,5% en marzo supone no solo un punto de inflexión, sino que es mérito propio. En un país que lleva ya una década con un crecimiento per cápita escuálido, con una formación bruta de capital fijo de apenas un 0,9% promedio. Entre los años 1996 y 2013 dicho indicador llegaba a un 7,5%, lo que ilustra la magnitud de la desaceleración del último decenio. El IpoM entregado por el Banco Central esta semana confirma que la inversión cayó el año pasado en un 1,1% y que este 2024 la caída será de un 2,0%. Estos son los datos que alientan el optimismo del gobierno.

Es que cuando no se quiere mirar la realidad, no hay evidencia que valga. En el segundo gobierno de Michelle Bachelet se aprobó una reforma tributaria que marcó un antes y un después en materia de inversión y crecimiento, pero nadie ha tenido la decencia de asumir alguna responsabilidad política. Desde el estallido social las familias que viven en tomas y campamentos se han más que duplicado, pero los que intentaron convencernos de que la violencia y la destrucción iban a dar origen a un Chile más digno hoy guardan silencio.

La generación política que ahora gobierna impuso hace más de 10 años un conjunto de reformas que no solo no mejoraron la calidad de la educación, sino que tampoco disminuyeron la brecha entre los colegios privados y los que se financian con recursos públicos. Obviamente, no hay responsables. El segundo gobierno de Michelle Bachelet también nos convenció de que debíamos terminar con el sistema electoral binominal, emblemático enclave de la dictadura. Se apostó a un mecanismo proporcional que ha causado un enorme daño a la gobernabilidad, que nos tiene con más de 20 partidos en el Congreso y solo ha incentivado la polarización, pero los responsables, partiendo por la expresidenta, andan por la vida olímpicos.

Un día descubrimos la necesidad de ser solidarios y abrimos las puertas a la inmigración. Sebastián Piñera fue a Cúcuta a proclamar nuestra hospitalidad. Gabriel Boric llegó a decir que en Chile sobraban chilenos y faltaban extranjeros. Ahora tenemos un flujo de inmigración ilegal interminable, que ha convertido a muchas zonas del país en enormes extensiones de pobreza, tráfico de drogas y crimen organizado. Las imágenes de lo que hoy ocurre en Alto Hospicio, San Antonio, Cerrillos o Maipú, entre otros lugares, no ha provocado ninguna autocrítica de los que con total irresponsabilidad facilitaron estos procesos.

En síntesis, cuando no hay disposición a mirar y a evaluar la magnitud del deterioro al que se ha contribuido, menos puede haber intención de buscar fórmulas para enmendar el rumbo. Resulta más fácil y tentador tirar la casa por la ventana cuando una cifra mensual, al margen de cualquier análisis de contexto, parece permitirnos un ilusorio contraste con todo lo demás.

Por Max Colodro, filósofo y analista político

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