Columna de Max Colodro: Modus operandi
Hemos ido aprendiendo a vivir sin límites, en un tiempo y un país donde todos podemos “saltarnos los torniquetes”. Ahora es uno de los abogados más importantes de la plaza quien aparentemente hace lo mismo: nos informa a través de una grabación filtrada que sabe violar la ley, encontrar “brechas” en las instituciones, pagar sobornos a funcionarios públicos para favorecer a sus clientes. Es el destello de otro “modus operandi”, a través del cual sectores de la elite hacen de las suyas. En simple, ilustrándonos cómo funcionan los engranajes del sistema, cómo el servicio que un abogado da a sus clientes incluye también borrar información comprometedora, entregando sobres con dinero a empleados estatales.
Escuchamos un audio que por razones aún misteriosas alguien decidió grabar y difundir, y la pregunta obvia es cuántas veces se habrá hecho lo mismo; cuántas coimas se habrán recibido de este abogado y muchos otros para desaparecer evidencias. Es una hebra que será muy difícil desenredar; porque aquí seguramente está la madeja de un mecanismo común, mediante el cual importantes actores pueden hacer y deshacer. Veremos entonces el esfuerzo de todo un sistema, intentando ocultar no sólo las presuntas ilegalidades de un caso en particular, sino a un “mecanismo” funcionando en todo su esplendor.
En resumen, otra caja de Pandora; similar al “caso convenios”, que nos mostró cómo una nueva generación política terminaba rápidamente cooptada por la lógica de los privilegios, las ansias de poder y una danza de millones. Es decir, el Estado no sólo como “botín” sino también como un espacio de impunidad; burócratas dispuestos a ofrecerse sin pudor para que los poderosos puedan favorecer sus intereses. En rigor, el principal acierto del audio revelado es el tono de la conversación, aquello que devela la cotidianidad y confianza en que las cosas sólo se hacen de una determinada manera: la de ellos, los que conocen el funcionamiento del sistema y saben saltarse los límites para lograr sus fines.
En condiciones y a escalas diferentes, es la lógica que hoy pareciera articularlo todo: al abogado que desde su escritorio mueve los hilos y paga para que sus clientes puedan sortear sus delitos; a los jóvenes políticos que descubren en las fundaciones ideológicamente falsas una buena forma de saquear al Estado; y a todos los demás: los que están en la calle, con cuchillos y armas de fuego, robando, matando, secuestrando y cobrando rescates. Todo es parte de lo mismo: sectores cada día más amplios de nuestra sociedad que han aprendido a violar la ley, que no reconocen bordes y viven buscando algún “modus operandi”.
Secuelas de un país que inculca derechos, pero no deberes y responsabilidades. Donde el abuso de los otros justifica hacer trampa. Donde la injusticia que vivo valida que yo incumpla la ley, y donde el poder del dinero no reconoce límites. En síntesis, el Chile que en estos años insiste en abrirse camino.
Por Max Colodro: Filósofo y analista político
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