Columna de Max Colodro: “Progresismo democrático”

La interrogante se responderá muy pronto, cuando se defina si habrá o no una sola primaria entre todos, es decir, entre los que se dicen “progresistas democráticos” y los “otros”.
La renuncia de Carolina Tohá al gobierno y la decisión de Michelle Bachelet de no competir han dado inicio a la carrera presidencial. Se agrega a ello la premura del tiempo: a fines de abril deben estar inscritas las primarias legales; este hito pasa a ser en lo inmediato un desafío clave, ya que el diseño y amplitud de las primarias develará las primeras definiciones en materia de alianzas políticas futuras.
Hasta ahora, la división opositora pareciera marcar un contraste con el espíritu unitario del oficialismo. Pero la verdad es que dicha definición no está aún tomada y su desenlace será una de las señales más importantes el actual momento político, equivalente a las tensiones y desunión que hoy cruzan al mundo opositor. En sus primeras declaraciones al dejar La Moneda, Carolina Tohá reafirmó su compromiso “no con cualquier progresismo”, sino con uno democrático, moderno y renovado; “una alternativa que hoy no está en la cancha” y que buscaría potenciar el diálogo “sin caprichos ideológicos”.
¿Qué quiso decir con esto la exministra del Interior? ¿Aspira ahora a representar algo distinto a lo encarnado en el gobierno del que formó parte? ¿Ese “progresismo democrático”, moderno y renovado, es algo o compatible con participar de una alianza de gobierno con partidos que respaldan dictaduras como la cubana y venezolana, con sectores que de manera explícita han validado la violencia, fomentado la inestabilidad y el deterioro del estado de derecho, y que apenas ayer intentaron derribar a un gobierno democráticamente electo? ¿Hay progresismo democrático cuando quienes dicen representarlo no tienen problemas en hacer alianzas políticas y en gobernar junto con sectores que encarnan exactamente lo contrario?
Iniciando su despliegue presidencial, Carolina Tohá debiera ser muy clara y transparente en esto. Pero, aunque decida no serlo, las definiciones que tomarán el Socialismo Democrático y la DC serán una señal muy nítida. En el último tiempo, el presidente de la Falange -Alberto Undurraga- ha sido también categórico en que aspira a una primaria acotada, no con todos los partidos que sustentan el actual gobierno. Igualmente, entonces, en la hora decisiva, ¿la DC estará dispuesta a ser fiel a estas aparentes convicciones? ¿O estas declaraciones no son más que un baile de máscaras, retórica barata de sectores que en el fondo ya tienen decidido que harán todas las concesiones necesarias para que el poder no se escape de las manos?
La interrogante se responderá muy pronto, cuando se defina si habrá o no una sola primaria entre todos, es decir, entre los que se dicen “progresistas democráticos” y los “otros”. Porque, al final del día, las verdaderas convicciones son las que se reflejan en hechos. Ellos van a mostrar a cabalidad si la centroizquierda representa todavía algo, un último destello, o si definitivamente terminó de desaparecer subsumida en todo aquello que en estos años decidió validar, justificar y acompañar, incluso con entusiasmo.
Por Max Colodro, filósofo y analista político
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