Columna de Michèle Labbé: Indultos desde la teoría económica

Gabriel Boric, presidente de la República.
Gabriel Boric, presidente de la República.

"Sus palabras de acercamiento, sus supuestos cambios de rumbo, al incluir a miembros del socialismo democrático en su gobierno, es sólo un medio para ganar tiempo suficiente para desarrollar su plan de implantar en Chile un gobierno autoritario de izquierda, que significará el fin de la libertad de la que gozamos todos los chilenos. Por algo su propia coalición habla de los otros como “socialismo democrático”, evidenciando que ellos ¡no creen en la democracia!"



En economía existe un concepto llamado preferencias reveladas, que no es más que la lectura de los actos (y no de las palabras) de los agentes, para determinar sus preferencias.

Este concepto económico no sólo es aplicable a las decisiones económicas, sino a las decisiones de todo tipo, incluso las políticas.

En horas de la tarde del 30 de diciembre de 2022, mientras se desarrollaba la mesa de acuerdo por la seguridad, y sin sus miembros estuvieran enterados de lo que sucedía en el exterior, el presidente Boric anunció el indulto a 10 condenados por casos derivados del estallido social (que terminaron siendo 12) y a un ex guerrillero condenado por asalto a un banco, después de haber perdido la libertad por segunda vez (había sido detenido en 1992 y condenado a cadena perpetua por asociación ilícita terrorista e indultado durante el gobierno del ex presidente Lagos).

La noticia llegó después de un par de días de relativa tranquilidad, donde el presidente se perfilaba buscando acercarse a la solución de los problemas de la ciudadanía, al establecer una mesa de seguridad, lo que había llevado a muchos creer que el presidente estaba “aprendiendo” a gobernar al buscar acuerdos y que el presidente estaba comenzando a “entender” lo que los chilenos le dijimos el 4 de septiembre, cuando rechazamos su visión de país.

Pero la preferencias no tardaron en revelarse, y el presidente que algunos pensaron que estaba “aprendiendo” a gobernar y estaba comenzando a “entender”, no había aprendido nada y siempre ha comprendido todo.

El presidente actúa como estratega, y para quien ésta es su guerra, una guerra para lograr el objetivo final de imponer en Chile su visión de país, a cualquier costo, razón por la cual no sólo justifica la violencia y la delincuencia, pues le son utilitarias a sus fines, sino que además libera a quienes fueron juzgados y condenados por crímenes, ya que en el futuro le pueden ser útiles en su camino a la obtención del objetivo final; y usa todas las herramientas que le brinda la democracia, entre ellas, el engañar a los otros poderes del estado, haciéndoles creer que está negociando. El presidente actúa como un estratega muy bien entrenado por el partido comunista.

El presidente no es tonto, siempre entendió lo que los chilenos le dijimos (gritamos en la cara dirían algunos) el 4 de septiembre, y no cambia su rumbo, porque NO LE IMPORTA. La opinión de los chilenos a su juicio superior, es una opinión carente de sustancia de un pueblo sometido y atrasado, y por tanto, no debe ser tomada en cuenta. Tanto así que le responde al poder judicial diciéndole que está totalmente de acuerdo con su recordatorio, pero no pide disculpas por su intromisión en las atribuciones de la justicia. En efecto, en las palabras el presidente reconoce errores, pero en los hechos y acciones él nunca ha pedido disculpas, pues sus “errores” son parte de la estrategia seguida.

Al presidente no lo convencen el razonamiento y el sentido común, porque lo ciega la ideología y su visión de un paraíso terrenal, paraíso que no es más que un infierno para todos ciudadanos de los países en que sus ideas han triunfado.

El presidente no está aprendiendo a gobernar, él sabe gobernar y lo hace mejor que muchos de los que llevan años en el poder, pero lo hace bajo su propia estrategia, donde el fin no justifica los medios. Sus palabras de acercamiento, sus supuestos cambios de rumbo, al incluir a miembros del socialismo democrático en su gobierno, es sólo un medio para ganar tiempo suficiente para desarrollar su plan de implantar en Chile un gobierno autoritario de izquierda, que significará el fin de la libertad de la que gozamos todos los chilenos. Por algo su propia coalición habla de los otros como “socialismo democrático”, evidenciando que ellos ¡no creen en la democracia!

Hasta cuando nuestros representantes políticos se tapan los ojos y los oídos ante esta realidad. Si queremos luchar por nuestra libertad, necesitamos hacerlo en su terreno, y no dejarlo avanzar, y para ello, debemos dejar de creer que los chanchos vuelan y empezar por frenar toda iniciativa de ley que les facilite su tarea, para empezar frenando todo intento de obtener financiamiento de los chilenos a través del pago de más impuestos y de la entrega de nuestros ahorros de pensiones.

El presidente ya reveló sus preferencias.

* La autora es economista.

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