Columna de Michèle Labbé: “Noticias económicas: Nada que celebrar”
!Este estancamiento es el resultado de la incertidumbre en las reglas del juego – delineadas por un gobierno que insiste en estatizarlo todo -, unido a erradas políticas públicas, donde las prioridades están en incrementar los ingresos del fisco a través de quitarle esos ingresos a los privados y no en hacerlo a través de crecer más. Las consecuencias de poner la ideología por sobre la racionalidad son la incapacidad de la economía chilena de generar empleos".
Aunque el IMACEC haya sorprendido al alza con un incremento de 1,8% en 12 meses, y el Banco Central haya decidido bajar la tasa de política monetaria en 75 puntos base, hasta 9,5%, justificando su medida en que “En términos generales, la actividad y la demanda evolucionan acorde a lo esperado”, la realidad es que no hay ninguna razón para celebrar la evolución de la economía en el último año y medio.
El incremento de 1,8% en el IMACEC, que ciertamente sorprendió al alza, y el que dicha cifra haya sido motivo de alegría para nuestras autoridades, debería tenernos llorando a gritos. ¿Desde cuándo en Chile celebramos un crecimiento del PIB menor a 2%, cuando empezamos a conformarnos con tan poco?.
La dirección de presupuestos Dipres publicó – también esta semana – los resultados del comité consultivo de PIB Potencial, que estiman una tasa de crecimiento para el próximo año de 2,3% del PIB No Minero Tendencial, mientras que para el mediano plazo -de 2024 a 2028- sería de 2,1%, lo que significa que los expertos están esperando que en el mediano plazo nuestra economía NO VA A CRECER cuando se mide en términos per cápita.
La realidad de nuestra economía ni siquiera se puede describir como estancamiento, pues cuando medimos la evolución del crecimiento económico desde marzo del 2022 se observa una contracción de 1,5%, lo que implica que nuestro país produce hoy un 1,5% menos que al inicio del actual gobierno.
Este estancamiento es el resultado de la incertidumbre en las reglas del juego – delineadas por un gobierno que insiste en estatizarlo todo -, unido a erradas políticas públicas, donde las prioridades están en incrementar los ingresos del fisco a través de quitarle esos ingresos a los privados y no en hacerlo a través de crecer más.
Las consecuencias de poner la ideología por sobre la racionalidad son la incapacidad de la economía chilena de generar empleos, y por tanto, una tasa de desempleo medida oficial que se ha incrementado desde 7,9% en el trimestre terminado en julio de 2022 a 8,8% 12 meses después, equivalente a 114 mil nuevos desempleados en los últimos 12 meses.
Lo peor es que estas son sólo las cifras oficiales, pero cuando uno analiza la evolución del mercado laboral antes y después de la pandemia, se observa que si el empleo hubiera seguido creciendo a la misma tasa promedio histórico y no hubiera sufrido el desplome ocurrido en el segundo trimestre del 2020, producto de la pandemia de Covid-19, el empleo alcanzaría 9 millones 802 mil personas en el trimestre terminado en julio de 2023, 773 mil personas más que el empleo efectivo medido por el INE de 9 millones 29 mil.
Lo mismo sucedería con la fuerza de trabajo, que debería ser hoy 658 mil personas mayor que la fuerza de trabajo oficial, lo que implica que se está subestimando seriamente la verdadera tasa de desempleo, la que se estima en 14,3%, nada menos que 5,5% más que la tasa oficial, lo que implica que el número de desocupados, alcanzó 1 millón 507 mil desempleados en el trimestre terminado en julio de 2023, 638 mil desempleados más que lo que indica el dato oficial.
Algunos pudieran esgrimir que no podemos culpar a las políticas actuales, de lo que causó la pandemia, el problema es que con buenas políticas económicas esta brecha debería tender a eliminarse, y así fue hasta marzo del 2022. Sin embargo, la brecha entre la tasa de desempleo oficial y la de tendencia dejó de disminuir y se tendió a estancar a partir de marzo de 2022, lo que implica que a partir de marzo de 2022 la economía no ha contado con la fuerza suficiente para crear los empleos que se dejaron de crear durante la pandemia como consecuencia una combinación de incertidumbre y erradas políticas públicas.
Mientras el gobierno no asuma la realidad - que la ideología no mejora el bienestar de los trabajadores -, y empiece a implementar políticas públicas centradas en el crecimiento, seguiremos sin nada que celebrar.
* La autora es economista.
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