Columna de Natalia Piergentili: Frenar la regresión conservadora
A propósito del acuerdo firmado por los partidos que forman parte del oficialismo más la DC para cargos uninominales en la próxima elección municipal, muchas de las vocerías estuvieron centradas en que este esfuerzo tenía como ethos el evitar que la derecha gobierne los territorios y que con ello se instale una “regresión conservadora”. Ante eso, la duda es si este es un planteamiento que alcanza o es suficiente para construir un proyecto que marca diferencias y que plantea un sello distintivo en la gestión, en este caso, a nivel local.
Entonces la pregunta de fondo es: ¿Dónde está realmente el sustento valórico e ideológico de un pacto electoral?, o mejor dicho ¿Cómo se construye un proyecto que perdure más allá de los eventos electorales y que sea capaz de instalar un futuro que genere esperanza y que a su vez sea percibido como posible?
Estas preguntas suenan aún más pertinentes a propósito de la entrega de la encuesta Bicentenario que, desde el año 2006 es una especie de termómetro de nuestra sociedad. En su edición 2023 es preocupante el aumento en la percepción de conflictividad entre gobierno y oposición o entre izquierda y derecha mientras, las expectativas sobre tener un país mejor vienen sostenidamente a la baja y en los estratos socioeconómicos bajos ya no solo es posible hablar de una disminución en las expectativas, sino derechamente de frustración. Asimismo, en cuanto a las instituciones, la confianza en éstas sigue en descenso sin distinción entre los poderes del estado.
Otro punto de alerta es lo referido a la tolerancia, ya que 2/3 de las personas NO estarían dispuestas a dar espacios en los medios de comunicación, como educadores, o en cargos públicos a personas o grupos que defienden ideas que ellos rechazan, junto a un 50% que no está dispuesto si quiera a dialogar con estas personas o grupos.
Ante esto, ¿Es razonable que lo que se transmite como oferta política de lado y lado verse mayoritariamente en el slogan del ellos y el nosotros sin una propuesta de valor clara, ahondando de manera inconsciente en los complejos índices de tolerancia, confianza en el futuro y conflictividad aquí expuestos? Al parecer este no sería el camino.
Frente a una sociedad llena de desconfianza, miedos, e incertidumbres, a la delincuencia, al futuro, a la posibilidad de que Chile alcance el desarrollo, a reducir la pobreza y la desigualdad, parece contra intuitivo perpetuar un relato poco sustantivo en materia de contenido y más grueso en la consigna.
Es imperativo, incluso ético, trabajar en la vocación de diálogo, en establecer propuestas concretas que den respuesta a esos miedos genuinos y fundados de la ciudadanía, procurando planteamientos de corto, mediano y largo plazo y que sean, por cierto, el centro del debate. Ya que un objetivo primordial es salir de esta sostenida y peligrosa frustración, reponiendo lo valioso del rol del estado y también de la política, como el mecanismo de la democracia para articular y sancionar ideas y posiciones que deben transformarse en acciones que produzcan cambios favorables y plausibles para la población.
La tarea entonces es construir, plantear y debatir PROYECTOS que consagran valores y que son capaces de movilizar, a través de la política transformada en eficaz, concreta y ética.
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