Columna de Natalia Piergentili: Un pacto por el crecimiento. Bergoeing, Briones, Butelmann y Landerretche: cuatro valientes
El miércoles pasado, ICARE organizó un encuentro con figuras de relevancia política y económica para debatir sobre el crecimiento. En dicho evento, participaron el ministro Marcel, quien compartió las expectativas para 2025, y el expresidente Frei, quien ofreció un análisis desde una perspectiva global, destacando afirmaciones que resonaron ampliamente en las redes, como: “En mi gobierno se crecía al 6% y nos sobraba la plata”. Sin embargo, lo más significativo del encuentro a mi juicio fue la presentación de cuatro destacados economistas de diversas posturas ideológicas: Bergoeing, Briones, Butelmann y Landerretche, quienes trabajaron en conjunto para desarrollar una propuesta titulada “Hacia un pacto de desarrollo: 13 verdades incómodas para una agenda de reformas radicales”.
Estos economistas no solo debatieron y lograron converger en diversos puntos clave —aunque mantuvieron diferencias, como en el caso del IVA—, sino que también demostraron valentía al abordar temas controversiales con seriedad y compromiso. En una época marcada por la superficialidad y la inmediatez en la discusión pública, su enfoque representa un llamado a romper esquemas, asumir riesgos y salir de las trincheras ideológicas.
La propuesta plantea la necesidad de adoptar medidas inmediatas, combinadas con un acuerdo de Estado que permita implementar políticas progresivamente y más allá de los períodos de gobierno. Esto incluye acciones que incomodarán a diversos sectores, desde funcionarios públicos y gremios, hasta empresarios y actores políticos.
Entre las verdades incómodas destaca la necesidad de revisar las reformas emblemáticas de la izquierda, como la educativa, debido a las persistentes brechas en la educación inicial y los bajos niveles de desarrollo cognitivo de los egresados universitarios en comparación con países de la OCDE.
Asimismo, se aborda la necesidad de controlar la inmigración desde un enfoque pragmático y estratégico, junto con enfrentar la informalidad laboral, que ha reducido el impacto esperado de políticas como el salario mínimo o la reducción de la jornada laboral a 40 horas.
El crecimiento económico, según los autores, también exige una reforma política que priorice la cohesión y el sentido de proyecto país, dejando atrás la fragmentación actual. En el ámbito tributario, proponen una revisión no impulsada por la urgencia recaudatoria, sino basada en la construcción de un sistema fiscal que fomente el crecimiento y sea percibido como justo por la sociedad.
Asimismo la propuesta incluye recomendaciones en áreas críticas como la educación, la inversión en ciencias, la modernización del Estado, la reactivación de la infraestructura y el fortalecimiento de la competencia. No obstante, surge una pregunta crucial: ¿cómo evitar que este esfuerzo se limite a ser una interesante presentación en un seminario de élite?
Uno de los elementos clave es la transversalidad político-ideológica de los autores, así como el consenso en torno a la urgencia de abordar el estancamiento del crecimiento económico. Además, los datos presentados refuerzan la necesidad de actuar con determinación, dejando poco margen para la interpretación subjetiva.
El próximo Presidente o Presidenta deberá ser honesto con el país, tal como lo fue Churchill durante la Segunda Guerra Mundial al afirmar que no podía ofrecer más que “sangre, sudor y lágrimas”. La gobernabilidad futura dependerá de la capacidad de sincerar que los cambios sustantivos no solo tardarán en materializarse, sino que requerirán acuerdos amplios y decisiones que generarán descontento en distintos sectores.
La pregunta es clara: ¿estamos dispuestos?
Por Natalia Piergentili, expresidenta del PPD
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