Columna de Nicolás Cataldo: PACE, diez años trabajando por un acceso justo a la educación superior
En 2014, durante la segunda presidencia de Michelle Bachelet, el Ministerio de Educación y cinco universidades iniciaron un piloto de acompañamiento académico a 13.000 estudiantes de III y IV Medio de 69 establecimientos públicos.
El objetivo era prepararlos para la Educación Superior, en una fórmula que sistematizaba la experiencia de distintos programas propedéuticos que ya venían haciéndose cargo de los efectos de las brechas socioeconómicas en el acceso a la educación técnica y universitaria.
Así surgió PACE, el Programa de Acompañamiento y Acceso Efectivo a la Educación Superior, que este año cumple una década y que hoy integran 29 universidades junto a 638 establecimientos públicos, abarcando a más de 117 mil estudiantes.
En concreto, el PACE apoya académicamente a jóvenes de los quintiles más pobres que cursan III y IV Medio en la Educación Pública y garantiza cupos adicionales para que dichos estudiantes puedan inscribirse en las instituciones adscritas al programa. Se proyecta en prácticas de acompañamiento académico y psicoemocional durante los dos primeros años de estudios superiores, favoreciendo así la permanencia.
Esta política nace del convencimiento de que los talentos, a diferencia de las oportunidades, están distribuidos transversalmente, y responde a la convicción de que, con los estímulos y el acompañamiento adecuados, todas y todos podemos desarrollarnos en plenitud, sorteando las determinaciones del contexto social, las circunstancias geográficas o la trayectoria educativa.
A la fecha, más de 470 mil jóvenes de la Educación Pública han participado del programa y sobre del 80% ha ingresado a la Educación Superior, empleando los cupos PACE o por otra vía.
El programa ha tenido un impacto especialmente positivo en las y los estudiantes de Educación Media Técnico Profesional, facilitando su acceso a carreras profesionales que conducen a la obtención de licenciaturas. Tecnología y Salud son las áreas que concentran las preferencias del estudiantado, representando casi la mitad de la matrícula de las seis primeras cohortes asociadas al programa.
A lo largo de esta década, el PACE ha restituido en el estudiantado, sus familias y las comunidades de los establecimientos adscritos, la idea de un futuro más allá de la Enseñanza Media. Ha sido y seguirá siendo un programa democratizador, que sintetiza las virtudes de las mejores políticas públicas, aquellas que, buscando la inclusión y la justicia social, contribuyen al desarrollo de las personas y de nuestro país.
En este décimo aniversario saludo a quienes forman parte de la historia de este programa, en especial a quienes han sido sus estudiantes.
Confío en que como país pondremos nuestros mejores esfuerzos para ampliar y robustecer el PACE, convirtiéndolo en un eje estructurante de las políticas de inclusión en materia de acceso a la Educación Superior.
Ese es el horizonte que nos permitirá construir un país más justo, más solidario, donde se formen profesionales con alto sentido social y probada vocación de servicio público.
Por Nicolás Cataldo, ministro de Educación
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