Columna de Nicolás Labbé: Adolescencia, la advertencia va más allá de los dispositivos

Foto: Netflix.


La serie de Netflix Adolescencia ha impactado a la audiencia no solo por abordar un drama familiar complejo, sino también porque toca conflictos que se han ido tejiendo silenciosamente en nuestra sociedad y que hoy explotan en los adolescentes.

Mucho se ha hablado sobre cómo la serie aborda el uso de redes sociales y celulares. Es cierto y lo hace muy bien, pero creo que no es suficiente. La serie abarca mucho más. De manera sutil, pero precisa, muestra una contradicción grande en la crianza actual: un desborde de validación emocional por un lado y una sobreprotección ante el conflicto y límites difusos por el otro. Esto nos advierte que hemos dejado de lado la importancia del entrenamiento de la empatía desde pequeños (sí, entrenamiento) y el establecimiento de límites consistentes ante la agresión.

En las escenas escolares vemos un contraste casi indignante: salas (hiper)decoradas con banderas de inclusión, mensajes de tolerancia y validación emocional. Sin embargo, el comportamiento juvenil es altamente agresivo. Faltas de respeto a los profesores, peleas constantes y uso de celulares a su antojo. Los profesores lanzan una que otra llamada de atención para estar tranquilos que “cumplieron”, pero queda hasta ahí, pues -lógicamente- tienen miedo. Esto no es muy lejano a nuestra realidad: el aumento de la violencia juvenil hacia pares y profesores. Las denuncias por convivencia escolar en Chile aumentaron en 58% en la última década, alcanzando un máximo histórico en 2023 con 12.369 casos reportados y 266 incidentes de violencia hacia profesores. Sin ir más lejos, hace unas semanas tuvimos el reporte de una brutal agresión a una profesora en Ñuble.

La serie muestra también un fenómeno conocido, pero agudizado por redes sociales: el deseo de popularidad, alimentando fantasías de grandiosidad en adolescentes. Chile es uno de los países con mayor penetración de internet en el mundo. Según VTR y Criteria, 7 de cada 10 niños recibe su primer celular a los 9 años y pasan más de 3 horas diarias frente a él. Otro dato: Harris Poll/LEGO® afirma que el 29% de los niños prefieren ser youtubers o influencers cuando grandes. Esto alimenta significativamente y de manera precoz el deseo de admiración y grandiosidad desde temprana edad.

Contenidos sobre ostentación de bienes, dinero, “incel” y cuerpos “perfectos” tienen un mínimo común denominador: una feroz inseguridad disfrazada de grandiosas expectativas y necesidad de reconocimiento. Esta combinación, sumada a una sensación latente de superioridad, poca tolerancia a la crítica y falta de entrenamiento activo en empatía, es caldo de cultivo para desarrollar narcisismo patológico o derechamente un trastorno narcisista de la personalidad, caracterizados por fantasías de grandiosidad, profunda inseguridad, hipersensibilidad a la crítica y comportamientos agresivos como mecanismos primitivos frente al dolor y humillación.

Considerar el uso de redes sociales es relevante, pero la serie nos invita a ir más allá. Como padres, profesionales de salud, profesores y autoridades debemos anticiparnos y corregir activamente. Necesitamos entrenar la empatía desde pequeños y establecer límites consistentes ante la agresión: explicitar el daño realizado, exigir disculpas, reparar, poner reglas claras, permitir el fracaso, permitir que experimenten la culpa. No es un castigo, sino un entrenamiento de las emociones para que puedan tolerarlas y dimensionar sus consecuencias en otros.

No considerar estos elementos nos pueden exponer a consecuencias graves, entregando a las futuras generaciones el confuso mensaje “mientras tú te sientas bien, no importa pasar por encima del otro”, y nosotros como adultos nos habremos coludido en su normalización.

Por Nicolás Labbé, psicólogo clínico (@personalidadsana).

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