Chile enfrenta su peor crisis hídrica, una realidad que solo se agravará si es que la evidencia y la urgencia de esta problemática continúan avanzando por caminos separados. Aunque en los últimos 25 años distintos gobiernos y entidades técnicas, como el Instituto de Ingenieros, han elaborado políticas, estrategias y escenarios hídricos que abordan el uso eficiente, la calidad de este recurso, su consumo humano y posibles mejoras institucionales, todos estos esfuerzos han sido insuficientes hasta ahora.
Sin ir más lejos, el proyecto de ley que busca la creación de la Subsecretaría de Recursos Hídricos en el Ministerio de Obras Públicas fue ingresado al Congreso en 2021 y pesar del consenso sobre su necesidad, continúa en la Cámara sin registrar avances. Por otro lado, en materia de calidad de aguas, las normas secundarias solo cubren un número reducido de fuentes hídricas. Ambos antecedentes ponen en evidencia que la crisis avanza a un ritmo más acelerado que las respuestas, dejando a las soluciones en un círculo vicioso de diagnósticos y propuestas sin implementación.
Sin embargo, podríamos tener una oportunidad para revertir este proceso. Los Planes de Gestión Estratégica de Cuencas, elaborados por la Dirección General de Aguas (DGA) desde 2019 y consagrados como obligación legal en el nuevo Código de Aguas y en la Ley de Cambio Climático, podrían ser una hoja de ruta para abordar la crisis con acciones concretas.
A diferencia de las políticas genéricas que han caracterizado la gestión hídrica en Chile, los Planes de Gestión Estratégica se basan en modelos que representan la hidrología de cada cuenca y que permiten identificar la brecha entre la disponibilidad y los requerimientos de agua en cada territorio. Estos planes no solo establecen un diagnóstico detallado de la situación, sino que también proponen soluciones específicas. En su sitio web, la DGA detalla los planes para 47 cuencas con impacto en las 15 regiones y 220 comunas del país.
Estos también proponen soluciones enfocadas en infraestructura, nuevas fuentes de agua y estrategias de gestión eficientes, todas con valoración económica, incluyendo la construcción de embalses, plantas desaladoras y mejoras en la gestión para garantizar el acceso al agua en comunidades rurales. No son medidas especulativas, están basadas en estudios técnicos y en la urgencia de evitar el colapso regional por la escasez hídrica.
El gobierno y el sector privado deben actuar con decisión y rapidez, implementando los planes de gestión de cuencas que la DGA ha desarrollado con base en datos científicos y necesidades reales. De no hacerlo, seguiremos conmemorando otro Día Mundial del Agua, debatiendo en torno a una crisis que se perpetúa. Una crisis con consecuencias devastadoras para el país en términos de seguridad hídrica, consumo humano, producción agrícola, desarrollo industrial y calidad de vida. Es momento de hablar menos y hacer más.
Por Óscar Cristi M., director del Centro de Gestión y Tecnologías de Eficiencia del Agua de Duoc UC y ex Director General de Aguas
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