Columna de Óscar Guillermo Garretón: Cuatro familias en dos casas

Encuentran sin vida un carabinero dentro de las instalaciones del Palacio de La moneda
Javier Torres/Aton Chile


Nuestra política, me dijo un amigo, habita en dos grandes casas, donde en cada una viven dos familias que no se soportan, pero son prisioneras entre sí. Viven compitiendo más que colaborando. Se critican sin descanso, se tachan de “cobardes” o de “ultras”. La elección presidencial les importa menos que los cupos parlamentarios que cada uno obtendría, especialmente en comparación con la otra familia bajo su mismo techo.

¿La razón? Alguien dictaminó en otra vida –post Concertación- que solo existía una izquierda. ¿Y derecha? Hubo una hasta que apareció otra a abominar de su unidad y a arrebatarle electorado aun a costa de perder elecciones. Así las cosas, viven capturadas en una lógica que las obliga a convivir como si fueran una, cuando son dos o más y en disputa.

Hablar de “LA” derecha” o “LA” izquierda es engañarse. Al interior de cada casa, cada familia que la habita educa a sus miembros en la diferencia con la otra. Desaires y menosprecios son habituales. Basta recordar días recientes: vetos a candidatos, chats ofensivos, zancadillas, deslealtad en nominaciones, comentarios descalificatorios, etc.

Para peor, aunque no se soportan, tampoco pueden separar casa. Calculan que habitando casa separada tendrían ambas menos parlamentarios y menos posibilidad de influir como gobernantes. Son como matrimonio mal avenido condenado a vivir juntos.

Pues bien, esta vida es una trampa que daña a Chile. Tragarse el sapo de habitar una misma casa con quien no puedes ver, puede justificarse para ganar una elección, pero no para gobernar bien Chile después. Discrepan en casi todo, neutralizándose en el gobierno y en el Parlamento. No son capaces de garantizar gobernabilidad. Lo hemos constatado demasiados años.

Sin embargo, veo imposible que, antes de las elecciones, cada familia abandone esa casa compartida. Sopesan alternativas para mudarse pero al sacar cuentas, salen para atrás si separan techo electoral. Pero esta cohabitación no sirve a Chile y sospecho que lo saben. Es imperioso que derechas e izquierdas de ánimo democrático, separen aguas con aquellas caracterizadas por mesianismos excluyentes, extremistas, refundacionales y conversen entre sí, si queremos caminar hacia gobiernos más exitosos que los de los últimos años.

Comprendo que el sistema político vigente condene a Matthei a buscar entendimientos electorales con republicanos, así como a Tohá a cargar con Boric, el PC y el FA en su mochila. Pero para gobernar en el futuro, ambas necesitan acuerdos entre ellas y eso es algo que deberían comenzar a construir ahora y sellar después, si aman a Chile. Para ser gobernantes exitosas deben buscar hacer de Chile una casa común que les permita concordar y competir sanamente, sin verse arrastradas a la lógica demoledora de la familia energúmena con que cohabitan. Es el gran desafío post electoral de Matthei y Tohá.

Por Óscar Guillermo Garretón, economista

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.