Columna de Óscar Guillermo Garretón: El quinto fracaso
Las alternancias, por suerte, siempre existen. Es sano para la renovación de las democracias, porque es inevitable el agotamiento de toda alternativa. El problema nace cuando la alternancia se transforma en costumbre; cuando la decepción ciudadana se vuelve frustración constante.
Desde 11 años antes del “estallido” y 14 años del 4/S recién pasado, la alternancia ha sido la constante en las opciones ciudadanas: Bachelet I, Piñera I, Bachelet II, Piñera II, Boric triunfador indiscutido, y solo seis meses después abrumadoramente derrotado en el plebiscito y en las encuestas. No es raro que 11 años de decepciones terminen en irritaciones masivas y en la búsqueda de alternativas distintas a aquellas ya probadas. El problema es que ahora, la “nueva elite transformadora” ha cosechado una derrota aún mayor que sus cuatro predecesoras. Es un quinto fracaso; peor, porque no ha sido de un gobierno, sino de su promesa “transformadora” que terminaría con 30 años de “fracasos”.
Si no dilucidamos esto, es imposible aprovechar la oportunidad que abrió el 4/S. No basta constatar que la ciudadanía urge nuevos derechos sociales, eso se sabe desde hace 14 años. Tampoco que el estallido y la mal evaluada gestión de los actuales gobernantes terminaron priorizando en la agenda ciudadana la inseguridad pública, la violencia y la delincuencia, así como hacer frente a la crisis económica cuya aceleración todos predicen.
En esa seguidilla de frustraciones pesa una larga espera. Gracias a los primeros 20 años de democracia restaurada, 4 millones de chilenos dejaron la pobreza y transformaron a las clases medias en factor dominante de la vida nacional. Sus demandas de lo que quieren y no quieren llevan esperando 14 años. Estos último tres lo dejan en claro. Convive en ellos el malestar prolongado con fuerte clamor de demandas sociales; y la valoración de lo que cultural, social y económicamente han construido para llegar hasta hoy. El plebiscito terminó por aclararlo. No somos un país de resentidos, ciego y desagradecido por lo logrado con esfuerzo compartido. Somos uno que quiere reformas, no refundaciones; que quiere democracia e instituciones, no revueltas mesiánicas inspiradas en pseudo teorías rellenadas con consignas “mentolatum”.
Más vale que lo asumamos. El 4/S da oportunidad de salir de esta seguidilla de desilusiones. Para lograrlo se requiere no negarlas. Las recetas o programas de cada uno no dieron ni dan el ancho para asegurar gobernabilidad. Todos -viejas y nuevas elites- estamos cuestionados en nuestra sociedad. Necesitamos el reencuentro con ella; y eso requiere acuerdos políticos y sociales transversales. No es fácil, pero se puede. Lo demuestra el avance en la construcción de acuerdos sobre el nuevo proceso constitucional en el Congreso. Pero esa voluntad “acuerdista” hay que extenderla a las inquietudes y anhelos concretos que desvelan a millones.
Por Óscar Guillermo Garretón, economista