Columna de Óscar Guillermo Garretón: El síndrome vanguardista



Es curioso. Mientras en la derecha gana fuerza ser vanguardia redentora, en la izquierda, el fracaso de los redentores estimula a quienes buscan ser mayoría. En la derecha la consigna de muchos parece ser apostar a la reivindicación de pureza ideológica, de volver a defender lo propiamente mío. Es la convicción, idéntica a aquella de los partidos de la UP, de que su defensa irrestricta de principios ideológicos transformaría en mayoría lo que es una minoría. Una lógica similar a aquella con que PC y FA se marearon para el estallido de 2019 y con euforia refundacional llegaron a gobernar izando banderas identitarias, plurinacionales, extractivistas, animalistas, estatistas, antiempresariales, etc, que cayeron en demoledora bancarrota para el plebiscito del 4 de septiembre de 2022.

Por cierto, son movimientos confusos. Hay de todo en cada bloque, pero la evolución es nítida. Boric puede hacer guiños al PC y a la izquierda del FA, pero lo nuevo en él es la defensa de la disciplina fiscal, el respeto a las instituciones, el rechazo a la violencia y la inseguridad, el alineamiento internacional con las democracias. En todas ellas diferenciándose del PC… y de él mismo. Coincide en esto con dirigencia del llamado Socialismo Democrático, que se ha impuesto marcar diferencia con esa ultra de arrogancia triunfante que la subordinaba cuando asumió el Presidente Boric. ¿Es por razones nobles o por temor a perder el botin estatal? No lo sé, ni importa. Buscan llegar a ser mayoría, luego de perder la ilusión de conquistarlas gracias a vanguardismos refundacionales iluminados.

La derecha en tanto, por primera vez en decenios, podría construir mayorías sólidas, no fugaces, ganando un centro que le ha sido esquivo; y por ende capacidad para dar gobernabilidad estable que nunca tuvo Piñera. Se lo regala ese vanguardismo ultraizquierdista torpe e inepto que ha gobernado. Pero se percibe entrampada en la disputa interna y el vanguardismo redentor. Desafían a esa mayoría que asoma en torno a Evelyn Matthei, desde el Partido Republicano y del pleito partidista. Se llenan de escaramuzas en Las Condes, Lo Barnechea, La Florida, etc, absortos en disputarse votos dentro de la derecha.

El oficialismo está más ordenado; privilegia ser mayoría antes que afanes identitarios. La derecha, al revés, privilegia obsesiones identitarias, cuando por primera vez podría construir mayorías estables. Pareciera que, a diferencia de otras derechas exitosas, en la chilena hay quienes se deleitan siendo minoría ufana de su distinción, de su ilusión de superioridad, de su dominio en ámbitos privados y del menosprecio a la sociedad tal cual es. Los vanguardismos tienen rasgos comunes.

Nadie dé por verdad inmutable, encuestas y pronósticos de hoy. Las elecciones las ganan mayorías, o sea, aquellos más capaces de construirlas. Recuerden el segundo plebiscito.

Por Óscar Guillermo Garretón, economista

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