Columna de Óscar Guillermo Garretón: La más importante transformación
Siendo ambas las mayores crisis vividas por izquierdas en Chile, la ausencia de violaciones masivas a los derechos humanos oculta que la actual tiene características que la hacen tanto o más grave. La de entonces, con el golpe, perdió sus responsabilidades de gobierno y tuvo tiempo para procesar el shock de la derrota. Además, protegida por la muerte de Allende que transformó a éste en figura épica mundial de la democracia violada por cuatro generales, permitió a la izquierda de entonces pensar en qué se había equivocado, sin tener que dar explicaciones por el descalabro. La culpa era, nacional e internacionalmente, de los generales.
La derrota de ahora, se da desde el gobierno y en democracia. Es el juicio del pueblo a sus gobernantes, por su responsabilidad en la Convención, en la crisis económica, en la inseguridad pública y una ineficiente gestión pública. No hay generales, ni un Piñera a quienes endosarles culpas. Así las cosas, la ciudadanía rechazó las lógicas refundacionales de esa “nueva izquierda” y concluyó que su actuar no ha estado a la altura de sus promesas. La desaprobación cunde. El plebiscito terminó por darle un mazazo que no se soñaron ellos, ni el país, ni el mundo. Internacionalmente, es motivo de curiosidad extendida la capacidad de un país que parecía exitoso, para autodestruirse en poco tiempo.
La debilitada fuerza del gobierno, agravada por el manifiesto conflicto entre sus dos coaliciones -del que el TPP11 se transformó en símbolo indisimulable de sus empantanamientos- hacen que solo acuerdos mucho más amplios pueden dar una gobernabilidad que permita avanzar al país. La ambición “transformadora” radical se hizo indeseable y por ende inviable: perdió mayorías que la sustenten y da pocas muestras de asumirlo. La agravan sus habituales chapucerías e incompetencias. Es difícil recuperar así credibilidades perdidas. Los esfuerzos de un socialismo democrático reforzado en el gobierno, mitigan en algo el problema, pero no pueden revertirlo, menos si desde el propio seno del oficialismo buscan entrabarlo.
Comienza a entenderse la inevitabilidad de acuerdos amplios. Señal de ello la está dando el Congreso en su discusión sobre el nuevo proceso constituyente. Pero aún no llega a puerto y sobre todo, en la ciudadanía hoy pesan más sus urgencias cotidianas: inseguridad, incertidumbre económica, crisis del sistema de salud, sensación de abandono de parte de sus gobernantes.
Quisiera tener la elocuencia para expresarlo. Chile solo puede salir del brete en que está si la política asume que necesita acuerdos muy amplios para recuperar la gobernabilidad de la nación. Y ese esfuerzo no termina en la política, sino que debe convocar también a actores económicos, sociales y culturales de la sociedad. Es la única gran transformación necesaria e imperiosa que tiene Chile en lo inmediato.
Por Óscar Guillermo Garretón, economista