Columna de Óscar Guillermo Garretón: La primera fila
Hoy es investido Donald Trump como Presidente de EE.UU. En la primera fila del evento inaugural estarán sentados Elon Musk, dueño de Tesla, Space X y X entre otras cosas, Jeff Bezos, de Amazon, y Mark Zuckerberg, dueño de META (Facebook e Instagram). Según Bloomberg, la riqueza personal de los tres supera el PIB de la mayoría de países del mundo.
La obra empresarial de los tres es impresionante. Ha cambiado la vida a millones de seres en el mundo entero. Pero ella se me cruza con otros rasgos de la escena global. Más allá de pugnas geopolíticas, el capital financiero circula por el mundo entero 24/7. Nadie se siente condenado a vivir donde nació y busca hacerlo donde cree tendrá más oportunidades y seguridades; migraciones masivas se desplazan incontenibles por el planeta. Las comunicaciones en red interconectan el orbe en tiempo real. Así las cosas, los estados nacionales, grandes responsables de la “modernidad normativa” - convivencia e institucionalidad democrática, derechos humanos, diversidad – se ven cada vez más sobrepasados por la “modernidad instrumental” generada por el vértigo del progreso científico técnico y la globalización de las finanzas, la información, la movilidad y el comercio.
Y ocurre que esos tres protagonistas destacados en la primera fila del evento de hoy, no se restringen a lo empresarial, o sea, a generar modernidad productiva, tecnología y riqueza. Anuncian con su presencia que esa proverbial cautela empresarial con la política, no es lo suyo. Más aún, Elon Musk es designado en la reforma del estado de la nación más poderosa del mundo; simultáneamente entrega su apoyo a la ultraderecha alemana del AfD para las elecciones del próximo mes y a varios más de la extrema derecha mundial. Comienza a ser también actor político global.
El desafío es mayor. No detecto en ellos preocupación por la convivencia democrática, por la paz y una vida civilizada. Su asunto es una gobernabilidad ad hoc para potenciar el progreso científico tecnológico dirigida por quienes saben de eso, o sea, ellos mismos. Así las cosas, la brecha entre modernidad instrumental y normativa amenaza ampliarse si descansa en manos de los dueños de la primera.
Confieso que esa primera fila de hoy con Trump y sus tres invitados, me despierta temores sobre el rol de la democracia en el orden mundial futuro. Más cuando a quien ven como adversario, China, puede ser igualmente capitalista en lo económico, pero tampoco destaca por sus virtudes democráticas.
La tribuna de este acto inaugural anticipa mundos nuevos. No sirven recursos del pasado para entenderlo e influirlo. La humanidad –aquella que no cabalga como jinete del cuarteto de primera fila, ni a grupas de su adversario imperial– debe preocuparse más que antes de la construcción de un orden mundial que vele por la convivencia democrática y el respeto a los derechos más básicos de los seres humanos.
Por Óscar Guillermo Garretón, economista
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.