Columna de Óscar Guillermo Garretón: La tregua
El diccionario de la RAE define tregua como “cese temporal de hostilidades”. El Presidente Boric pidió “tregua” a todos los partidos políticos, para abordar la crisis de seguridad. Pide unidad para dar resguardo a una democracia con su seguridad amenazada por una guerra delictual de dimensiones desconocidas. El Presidente pide acuerdos dentro de las filas de quienes son la fuerza institucional del pueblo para defenderse de sus agresores.
Si me atengo a la realidad, el primer destinatario de este mensaje no es la oposición de derecha, el centro, ni el socialismo democrático. Son los partidos de Apruebo Dignidad que han rechazado proyectos del Ejecutivo, criticado a la ministra Tohá y presionado por nuevos proyectos de ley que diluyan leyes aprobadas para dar mayor capacidad de acción a Carabineros. Es el círculo más cercano al Presidente a quienes va dirigido este llamado a cesar sus hostilidades contra las políticas de seguridad que el gobierno impulsa.
Así las cosas, el punto mayor de fricción del Presidente con sus partidos más cercanos, no es por minucias. Es en el tema social hoy más relevante para la ciudadanía: el orden y la seguridad pública. Terminar con la odiosidad a Carabineros, con la ambigüedad en el trato a la delincuencia, el narcotráfico, la violencia, el crimen organizado, el descontrol migratorio, el terrorismo en la macrozona sur.
En esa cancha juega su suerte la política en esta coyuntura. Es curioso; sobre ella hay unidad ciudadana, pero no de la coalición del Presidente con el resto de los actores políticos, y en particular con él. Se vio obligado a pedir tregua a quienes otrora lo ungieron como su líder.
No entienden que su discrepancia no es con él, ni con la ministra Tohá. Es con la ciudadanía, con el sentido común. Esgrimir su programa de gobierno como argumento, es intentar la defensa del avestruz: enterrar la cabeza para no ver que ese programa fue aventado por la realidad. Por el Rechazo categórico al proyecto constitucional que, según dijeron, lo hacía viable. Por el recrudecimiento de una violencia que contribuyeron a desatar. Porque ya no es de todo el gobierno.
Está bien que el Presidente busque primero hacer entrar en razón a sus partidarios para que depongan hostilidades. Más que contra él, son contra Chile. No hay dos opiniones entre el pueblo que sufre las consecuencias que todos vivimos, por una violencia que algunos justificaron, pero terminó yéndoseles de las manos. Sin embargo, su pedido de tregua no tiene la eternidad para hacerse escuchar. El Presidente está obligado a ejercer la autoridad con que la ciudadanía lo invistió, para imponer lo que las mayorías ciudadanas reclaman urgidas, aunque no guste a quienes algún día lo apoyaron. En realidad, más que el Presidente, es un Chile agobiado quien pide enérgicamente tregua y acuerdo a la política para poder vivir y dormir en paz.
Por Óscar Guillermo Garretón, economista