Columna de Óscar Guillermo Garretón: Más cerca cuando se aleja
Lo del expresidente Lagos no fue un adiós, sino un tomar distancia que nos obliga a otro tanto, para apreciar el sentido profundo del camino que encabezó. Hoy todo es elogio, aplauso y agradecimiento hacia él; pero a un Chile aproblemado le interesa algo más que una cortesía ocasional.
Aprecio a varios otros presidentes, pero Lagos ha sido el mío. Lideró el camino recorrido por esa izquierda democrática chilena, que fue capaz de romper el sino trágico de mucha izquierda que solo puede exponer fracasos y martirologios. Lagos es la encarnación de esa izquierda exitosa; por convicción, democrática, reformista y gradualista; aliancista y acuerdista para alcanzar mayorías; capaz de traer prosperidad y conquistas perdurables para su pueblo. Una izquierda de sueños y convicciones, pero con compromiso de transformar ambos en realidades.
Ese es el legado más profundo de Lagos. Cuando nos hicimos Concertación, y más cuando asumió como primer Presidente de izquierda luego de Salvador Allende, nos inculcó sentido de Estado; responsabilidad democrática, necesidad de demostrar que éramos capaces de encabezar un gobierno exitoso para mayorías, exigencia de impecabilidad en la gestión para que las políticas públicas no terminaran en chapucerías, preocupación minuciosa por la educación, la salud y la construcción de infraestructura, convicción de que solo la opción compartida de crecimiento con equidad iniciada con Aylwin nos podía llevar a un país mejor, insistencia de que un Chile mejor se alcanza abriéndolo al mundo, con el concurso de todos y no contra una parte de la nación. Fue el tiempo de probar que la “renovación socialista” no era una entelequia.
Con los claroscuros de todo gobierno, el suyo fue un gran gobierno. La pobreza disminuyó a mayor ritmo gracias a la recaudación fiscal que aportó el crecimiento por la acción conjunta pública y privada; Comisión Valech en DD.HH.; en paz ciudadana, orden y seguridad pública, un jefe de Estado que ordenaba; en cultura florecieron orquestas juveniles, nació el Centro Matucana y mucho más; en salud se instauró el Plan Auge, hoy torpedeado, o el de Sonrisa de Mujer; se construyeron miles de kilómetros de carreteras en todo el país. Chile prosperó y ganó respeto en el mundo.
Hoy, ya podemos comparar la obra de Lagos con la de izquierdas previas y posteriores. Ni se acercan a aquella. Valoro los elogios que hoy todos brindan a Lagos. Pero siendo parte de una generación que rectificó sus errores, contribuyendo así al éxito de la democracia naciente en 1990, me gustaría aún más que quienes lo descalificaron y renegaron tanto de su obra como de su liderazgo de estatura presidencial, hoy recapaciten de errores que tanto daño le han hecho a Chile. Quisiera que no vistan como continuidad lo que saben ha sido inocultable discontinuidad. Así tendremos un país mejor y un Lagos más cerca, aun cuando se aleje.
Por Óscar Guillermo Garretón, economista