Columna de Óscar Guillermo Garretón: Más que un deseo navideño

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El discurso del Presidente Boric la noche del plebiscito llamando a una “democracia de los acuerdos”, sonó a lápida de su agenda refundacional. ¿Puede ella, como Lázaro, resucitar? No es un futuro reconfortante si perpetúan su liviandad, pero sí posible. La carencia desde el fin de la Concertación de una genuina agenda socialista, reformista, democrática y liberal, augura nuevos desastres de eventuales triunfos futuros de esa generación de izquierda, que después del próximo gobierno no llegará a la cincuentena; mientras se avejenta ese post concertacionismo que se ufana de saber gobernar y va copando el gobierno actual. Tampoco les viene mal que Michelle Bachelet sea su presidenciable. Sería el nexo consagratorio con esa generación previa que tanto despreciaron y quizás hasta aún desprecian. Gane o pierda Bachelet, la izquierda tendrá en Boric el único liderazgo vigente después del próximo gobierno y contará con ese 30% de voto duro que, haga lo que haga, continúa respaldándolo…si lo cuida; aunque presida un gobierno “de administración” hasta 2026.

¿Impide esto su éxito electoral? No. Lo que antes del plebiscito era imposible -una continuación de la izquierda en el gobierno dado el desastre vivido- lo es ahora menos. Si la derecha hubiera escuchado más a las mayorías ciudadanas que a su conservadurismo; si hubiera hecho suyas las 12 bases y la propuesta de la Comisión Experta, iría marchando al trote a la Presidencia del país. Si ahora se ensimisma en “unir a la derecha”, fuerza con probada vocación de minoría, todo le será más difícil.

Tampoco es fácil el camino del gobierno. Ha optado por una retórica de “acuerdos” combinada contradictoriamente con tratos impositivos y descalificatorios a la oposición. Sin ideas sólidas que lo cohesionen, las secuelas de su farra de cuatro años, son minas sembradas en su camino: la crisis de isapres y el inminente colapso del sistema de salud; el estancamiento económico y el desempleo (el Banco Central sitúa el crecimiento potencial futuro de Chile en un 1,9% del PIB para la próxima década, haciendo inviable sustentar mejoras sociales importantes salvo con más deuda pública y reformas profundas a un sector público añejo y obeso); la desigualdad, pobreza, delincuencia y terrorismo acrecentados en la percepción ciudadana; la salida de capitales que no volverán; la incompetencia y corrupción entre los que se presumieron puros y mejores; el deterioro de la educación pública que nos pronostica un futuro con peor base laboral, cultural y política.

La izquierda ha probado no saber gobernar salvo en los años concertacionistas de los que reniega. Y la derecha no sabe construir mayorías y sucumbe rápido cuando sus opositores se conjuran para no dejarla gobernar. Terminar con esta realidad paralizante es más que un fugaz deseo navideño de ocasión. Es una necesidad urgente de Chile.

Por Óscar Guillermo Garretón, economista