Columna de Óscar Guillermo Garretón: Nacionalicemos el Estado
Se hunde el pacto fiscal del ministro Marcel, torpedeado por Catalina Pérez y sus adláteres de Democracia Viva. Y quizás que nuevas sorpresas agregará la caza de convenios irregulares que el caso ha abierto.
El problema es que Chile necesita acuerdos para salir del marasmo político y moral que vivimos y que, de paso, tiene estancada la economía nacional, mientras retrocede el empleo formal y aumenta la informalidad, o sea, aquella parte de la sociedad que queda al margen de toda previsión social o pensión, aunque tapicemos la Constitución de derechos sociales.
El pacto viable ahora, debe ser más que fiscal o tributario. Debe ser para nacionalizar un Estado inepto y degradado como servidor de la nación. Cunde la desconfianza en demandas de más gasto público, al ver un Estado privatizado en beneficio propio por incumbentes a tiempo completo. Un Estado de obesidad mórbida cada vez más poblado e ineficiente. Miles se han incorporado recientemente a la administración pública y, desde tiempos de la dictadura, hay inamovilidad para burocracias que burlan o boicotean las evaluaciones de desempeño. Aumentan fuertemente los presupuestos de educación, pero el Simce nos dice que estamos peor que antes. Ha crecido varías veces el presupuesto de salud, pero también las listas de espera y las ineficiencias en políticas públicas de salud. Los impuestos que pagamos sirven para nutrir fundaciones partidistas, a lo que se suman toda clase de sinecuras tan cuantiosas como incompetentes en entidades públicas.
Pactemos políticamente cómo salir de esto que nos está destruyendo. Una gran reforma, la más revolucionaria, es devolverle a la nación un Estado que ha venido siendo privatizado por años. Nacionalicémoslo. ¿Eso incluye una reforma tributaria? Sí, pero solo tiene legitimidad ciudadana si se garantiza que será un Estado de la nación, no de depredadores rapaces.
Un Estado probo y eficiente por la calidad de sus instituciones y regulaciones, no por creerle a una casta de supuestos “puros”, para hacer crecer la economía. El 80% del financiamiento público adicional ha venido de él en años recientes. Acumulamos el fracaso de nueve reformas tributarias desde 2010, y una nueva, igual asegura que seguiremos con tasas de crecimiento misérrimas que solo conducen a otra reforma sin destino. Estimulemos la inversión, no la empujemos a huir. Fomentemos el ahorro, hoy en los niveles más bajos desde que hay estadísticas. Eliminemos trabas y regulaciones absurdas. Acordado eso, veamos cómo financiamos y usamos eficientemente aquello que el crecimiento no alcance a aportar.
El pueblo chileno no se merece lo que la política y “su” Estado le ofrecen. Aprovechemos que este gobierno ya no será transformador del presente. Pero podría serlo del futuro si nos proponemos en serio un pacto transversal para recuperar la dignidad de la política, hoy por los suelos.
Por Óscar Guillermo Garretón, economista