Columna de Óscar Guillermo Garretón: No hay inocentes
Leo en viaje sobre la discusión de pensiones y me sorprende la capacidad para eludir lo que importa. Quizás es porque exige reconocer responsabilidades y realidades, en una discusión larga donde no hay inocentes.
En la crisis de pensiones, sin duda las AFP tienen su cuota de responsabilidad, pero no la que se les atribuye. Los ahorros que recibieron, los administraron bien a la luz de cualquier estándar internacional y rentabilizaron significativamente el aporte de los futuros pensionados, financiaron la inversión nacional, el crédito hipotecario para vivienda y entregaron recursos mayores al fisco por el crecimiento que generaron. ¿Fueron excesivas las comisiones que cobraron? Quizás. Pero su gran falta fue no alertar al país de que el sistema de pensiones vigente no sería capaz de dar pensiones decentes a una mayoría y eso algún día les pasaría la cuenta. Primero, porque la edad de jubilación venía vigente desde 1924, cuando la esperanza de vida era más de diez años menor que la actual; por tanto, la misma plata ahorrada debía repartirse, ya no en cinco u ocho años de jubilación, sino para vivir unos 20 años. Y, segundo, porque las crisis económicas, la informalidad laboral y el incumplimiento de leyes sociales, hacían que las personas no ahorraran durante 40 años seguidos, sino interrumpidamente y por un total de años muy inferior a la vida laboral de muchos.
En esto, las AFP comparten responsabilidad con todos los gobiernos y parlamentos que han existido desde que fueron creadas. Su falta de previsión y coraje para abordar esta realidad social indiscutible es enorme y compartida.
Pero también son responsables los que levantaron consignas fáciles sin medir la nula viabilidad de sus propuestas, y más recientemente, quienes provocaron el mayor drenaje de ahorros previsionales en la historia de Chile, promoviendo retiros de ahorros por montos que superan los US$ 40.000 millones; generando de paso inflación, al propiciar consumos enormemente alterados, y crisis de crecimiento y de crédito hipotecario para vivienda por vaciamientos del mercado de capitales. Se presentaron, en vísperas electorales, como pascueros generosos y derivaron en el mayor daño a los ahorros de los trabajadores de toda la historia previsional de Chile. Que se presenten ahora como campeones de “buenas pensiones” es de un cinismo sorprendente.
Agreguemos que cuando la informalidad laboral se eleva sobre el 30% de la fuerza de trabajo, toda discusión sobre la distribución del 6% es solo humo para un tercio de los trabajadores del país. Sin crecimiento y sin una acción decidida del SII sobre la informalidad, la discusión sobre pensiones es una abstracción para millones; y una pérdida de foco el debate actual sobre evasión y elusión tributarias.
Enfrenten los problemas reales que determinan malas pensiones, si queremos algún día tenerlas buenas.
Por Óscar Guillermo Garretón, economista
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