Columna de Óscar Guillermo Garretón: Una conmemoración

bombardeo


Este 11 de septiembre se recordará por sellos muy peculiares. Durante 50 años, los relatos del período comenzaban con el bombardeo a La Moneda, la muerte del Presidente Allende, y terminaban en las horribles violaciones a los derechos humanos practicadas sistemáticamente por la dictadura. Un silencio tácito cubría lo ocurrido antes del bombardeo a La Moneda, o sea, el período de la UP y su gobierno; lo que este y la oposición hicieron, la forma como actuaron partidarios y opositores, empresarios, agricultores, trabajadores y gremios de distinta índole, las instituciones de la defensa nacional; Nixon; lo que pasó con la economía, con la vida diaria, con la democracia.

Ahora, en cambio, el debate ha contenido también la búsqueda de causas, no solo de secuelas. Cómo pudimos llegar al bombardeo de La Moneda y al derrocamiento de Allende. ¿Qué ocurrió en tres años para que un país de fuerte cultura democrática llegara a despreciarla? ¿Cómo la violencia terminó legitimada o aceptada con resignación por millones?

Pero también la conmemoración tomó forma de rebeldía, dada la intención manifiesta de algunos por capitalizar todo lo condenable -golpe de Estado, muerte de Allende y, luego, violación de derechos humanos- para golpear a otros. Parecían buscar omitir una exploración más profunda de sus causas y descartar reencuentros. Para peor, fueron torpes. Renuncias y disputas caracterizaron su interna, y optaron por la polarización e irritación con homenajes y descalificaciones incomprensibles, en vez de responder con sensibilidad al reclamo evidente de acuerdos que la ciudadanía viene haciendo con insistencia a la conducción política. Así, perdieron el control de la conmemoración y del interés ciudadano.

Ya no habrá verdad oficial. Quienes, en cambio, buscaron verdades necesarias para un mejor futuro, tuvieron donde encontrarlas: cómo y por qué la institucionalidad democrática que aceptó y consagró un ganador en 1970 terminó haciéndose humo y llamas en La Moneda; cómo la polarización se fue haciendo exasperación; cómo la economía, la vida ciudadana cotidiana y la convivencia democrática, fueron naufragando.

Discutir la UP y no solo lo que comenzó después de ella es un gran aporte de esta conmemoración de medio siglo. ¿Se creó una consciencia masiva? No lo creo. Los procesos de asimilación cultural son graduales y se abrió un gran forado en los silencios sobre el período. Muchos abandonaron la lógica de trinchera, donde todo cuestionamiento o interrogante es visto como traición o irreverencia. Ahora, todo fue cuestionado; las obras y los protagonistas políticos y sociales, nacionales y extranjeros, incluso Allende. Bienvenido sea. Así, a 50 años de esa tragedia, comienzan a extraerse de manera más masiva las lecciones que ella nos deja para iluminar futuros mejores.

Por Óscar Guillermo Garretón, economista

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