Columna de Óscar Guillermo Garretón: Mientras arde el sur
Quizás, mientras arden el sur, las Isapres, la educación y la seguridad ciudadana, el sentido común popular, algo enrabiado luego de estos primeros 11 meses de gobierno, ve la discusión sobre listas para candidatos al Consejo Constituyente como otra muestra de abandono a asuntos en que la ciudadanía demanda respuesta urgente. Pero la pobre gobernabilidad que han demostrado ante urgencias ciudadanas, no es por una singular excelencia en aquella de la institucionalidad política. La pobreza les es común. Una buena política debe dar respuesta sólida a ambas.
El cuento de las listas del oficialismo ha dejado como saldo, un Presidente tan derrotado en su opción por una lista unitaria, como lo fue al jugarse por el Apruebo. Y el guiso intragable que sale de la “cocina” oficialista, anuncia rebarajes políticos de envergadura en el escenario nacional.
El 4 de septiembre pasado quedó claro que una mayoría ciudadana rechazaba el autoritarismo refundacional y estaba por variantes de reformismo democrático. Pero contradiciéndola, la semana pasada oficialista termina con el anuncio de una especie de Unidad Popular reconstituida entre PC, AD y PS (no es menor que el senador Insulza, molesto, haya dicho que podría llamarse lista del “11 de septiembre”), con la desaparición de hecho del Socialismo Democrático y la transformación en adversarios principales -lo dijo el dirigente comunista Lautaro Carmona - de PPD, DC y PR, cuya notable porfía nace de no querer seguir confundiéndose con AD y PC. Dos listas de las coaliciones hasta ayer existentes, permitían abarcar mejor el arco electoral del oficialismo y facilitaban una campaña “contra la derecha” en la medida que los actores de centro que cargaron la balanza del plebiscito -Amarillos y Demócratas- no tendrían candidatos.
Pero el engendro que armaron, dio al centro una oportunidad incluso mayor que en el Rechazo, ante la dupla extrema de esta UP renacida y la lista de Republicanos. Permite hacer converger tres vertientes del reformismo democrático -socialdemócrata, socialcristiana y liberal- que están demostrando compartir un compromiso distante de extremos, de vueltas al pasado y de violencias refundacionales. Abre espacio al encuentro de actores distintos para dar respuesta a demandas ciudadanas insolutas y a la necesidad igualmente urgente de una nueva política; también, a entendimientos y puentes incipientes entre las listas del PPD-PR-DC y de Chile Vamos con Amarillos y Demócratas, para dotar de gobernabilidad a mayorías, donde derechas e izquierdas han fracasado desde hace años. No hay en ellos cargos públicos a repartir ni pegatinas electorales entre incompatibles. Siento que nacen esperanzas de comenzar a constituir, con nuevos rasgos, fuerza política reformista y democrática capaz de sacar al país de la polarización destructora y estéril a la que hemos sido arrastrados.
Por Óscar Guillermo Garretón, economista