Columna de Osvaldo Artaza: Ausentismo laboral: ¿enfermedad, ineficiencia o fraude?
Chile presenta una cifra alarmante de ausentismo en el trabajo por licencias médicas. Es evidente que en todo el mundo hubo un aumento por la pandemia, pero mientras esta situación se ha ido normalizando en otros países, el nuestro sigue exhibiendo datos sorprendentes que afectan la calidad de los servicios, la productividad y sostenibilidad de nuestro desarrollo, junto con reducir los recursos disponibles para prevenir y tratar enfermedades.
En el sector privado el ausentismo promedio es de 15 días, mientras que en el público supera los 30 días al año, lo que es difícil de explicar. También por ejemplo, lo es las diferencias que se presentan entre regiones, según datos de una de las instituciones de salud previsional, los trabajadores de Ñuble duplican los días ausentes por enfermedad en comparación con la Metropolitana, lo que coincide en que la COMPIN de la zona con más ausentismo descarta más del 90% de los rechazos fundados que se le proponen. Esto denota un grave problema, más aún cuando se estima que entre el 20 y 30% de las licencias médicas emitidas, son falsas o fraudulentas, lo que se estima genera un costo al sistema de salud de alrededor de US$300 millones anuales.
Siendo evidente que muchas de las licencias son necesarias y parte de un tratamiento, la primera reflexión debe centrarse en las razones de tanta enfermedad, lo que nos remite a los fallos y déficits en prevención, y a explicarnos por qué trabajamos y envejecemos tan llenos de problemas físicos y emocionales. La segunda reflexión debe buscar respuestas a los problemas de diseño de nuestro Subsidio de Incapacidad Laboral (SIL), sus incentivos y mecanismos de control y fiscalización.
Por la responsabilidad fiscal del uso eficiente de los recursos públicos, de cara a la formulación del proyecto de Ley de Presupuestos 2025, la Dirección de Presupuestos ha señalado que los servicios públicos no podrían solicitar incrementos de dotación en sus anteproyectos para el 2025 cuando su nivel de ausentismo laboral asociado a licencias médicas no parentales no se redujera. Una medida paliativa, sin duda, pero no suficiente. Sigue pendiente reformar nuestro SIL, sus incentivos y controles, así como dotar al aparato público, especialmente en el sector salud, de un estatuto moderno que promueva espacios saludables propicios para la calidad y el buen servicio a las personas. Sin una reforma profunda al SIL, seguiremos en la duda de si en el complejo problema del ausentismo estamos frente a un tema médico, de mala gestión y de diseños organizacionales inadecuados o lisa y llanamente ante delitos.
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