Columna de Pablo Allard: De nosotros depende

Lastarria


Ante el evidente deterioro del entorno y vida urbana que aqueja a las áreas centrales de nuestras ciudades -en especial Santiago y Valparaíso-, luego del estallido social, reiteradas protestas los días viernes, dos años de cuarentenas, el aumento del comercio ilegal y la inseguridad, reiteradamente en estas páginas hemos visto llamados a las autoridades municipales e institucionales exigiendo una acción más determinada para revertir el tremendo daño en el comercio, espacio público y convivencia.

A estas alturas, es poco lo que podemos esperar de nuestros ediles y autoridades de gobierno, más encima cuando muchos de ellos adhirieron a las formas violentas del octubrismo, y celebraron, atizaron o justificaron la vandalización de nuestro patrimonio y el desprecio hacia el orden público para avanzar en su agenda política.

Por otro lado, más allá de los vecinos y comerciantes locales, poco o nada hace el resto de la ciudadanía por recuperar estos espacios. En muchas conversaciones entre aquellos que vivimos lejos del centro, reiteradamente escucho quejas respecto a lo peligroso, feo, sucio y abandonado que se encuentra, pero al momento de preguntarles cuándo fue la última vez que visitaron el centro, la gran mayoría guarda silencio o dice que pasó brevemente por ahí.

De nosotros depende recuperar nuestra ciudad, ya no basta con quejarse, exigir a los alcaldes o tomar palco ante este problema, la única forma de recuperar nuestros centros cívicos es haciendo que la civilidad retorne a ellos, y esto es, dejar el miedo, la queja y la crítica y aventurarnos a volver al centro: visitar sus barrios, comer en sus restaurantes y comprar en sus locales.

En este sentido, cobra gran valor la iniciativa ciudadana www.nuestrocentro.cl que en su manifiesto #volvamosalcentro proclama: “Somos cinco barrios que nos hemos unido para recuperar lo que es de todas y todos sin distinciones políticas, sociales y generacionales: el centro de Santiago, Bellavista, Bellas Artes, Bustamante, Lastarria y Plaza Italia. Juntas de vecinos, asociaciones gremiales, locales, instituciones públicas, en fin. Gente que ama lo público. Lo que es nuestro”. En esta organización se encuentran quienes más han sufrido la violencia, y ahora le están dando la pelea al estigma y abandono, con una energía y resiliencia que conmueve.

No nos engañemos, mientras no haya una acción decidida de nuestras autoridades políticas por erradicar la violencia y el comercio informal, será muy difícil volver a la calidad de vida pre estallido, pero hay ejemplos notables de resistencia. Tal vez la acción más rebelde hoy es la del Museo Nacional de Bellas Artes, que a diferencia de su vecino el MAC, incansablemente ha pintado sus muros para mantenerlos limpios de rayados. El GAM también ha hecho su aporte, apostando al retorno de las audiencias masivas con la ambiciosa exposición de Banksy.

En este contexto de esfuerzos comunitarios e institucionales, donde ni el gobierno central ni los ediles han presentado un plan contundente de recuperación, finalmente surge una luz de esperanza de parte del Gobierno Regional Metropolitano, con el reciente anuncio de reactivar el mega proyecto urbano Nueva Alameda Providencia, el cual ahora reemplaza el corredor de buses segregado por una ciclovía. Podría ser la oportunidad de mejorar el entorno urbano de la Alameda en el sector Pajaritos hasta Estación Central, y de una vez por todas reconstruir Plaza Baquedano con un proyecto que considere nuevos espacios para conmemoración y celebración pacífica.

No sigamos esperando a nuestros alcaldes y autoridades, y no dejemos solas a las comunidades que con esfuerzo están levantando nuestra ciudad; de nosotros depende sumarnos y sin miedo, volver al centro.

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