Columna de Pablo Allard: Hacia ciudades más seguras
La violencia urbana y seguridad ciudadana coparon la agenda, pero no basta con medidas operacionales, tenemos que abordarlo de forma integral incluso desde el diseño de nuestras ciudades. Aquí destaca una rama poco conocida del urbanismo: La prevención del crimen mediante el diseño ambiental, conocida por su sigla en inglés CPTED.
En los años sesenta urbanistas como Jane Jacobs plantearon la importancia de poner “ojos en las calles” para fortalecer vínculos y seguridad, luego disciplinas como la criminalística cambiaron el foco no solo en el criminal, sino también en su entorno y las condiciones. Así es como el CPTED ha definido principios y estrategias de diseño urbano para promover la vigilancia natural (aumentando la actividad y flujo de personas, poner más ventanas, iluminación, sacar obstáculos visuales), fomentar el control natural de los accesos (apropiación territorial mediante el uso cotidiano de estos accesos por parte de la ciudadanía para que el sospechoso se sienta extraño) y reforzar la identidad con el espacio (las personas protegen un territorio que sienten como suyo), entre otros aspectos.
Uno de los casos más exitosos ha sido la recuperación del Bryant Park en Nueva York, que a comienzos de los 80s era escenario de más de 150 robos y 10 violaciones al año. Ello obligó a vecinos y locatarios a organizar una corporación que rediseñó el parque usando criterios CPTED. Luego de su reapertura en 1992 no reporta ningún crimen mayor y hoy recibe más de 10 mil visitas diarias.
En Chile, desde hace 15 años el Ministerio del Interior y la Subsecretaría de Prevención del Delito han promovido el uso de CPTED en nuestros barrios más complejos, pero lamentablemente se ve como algo secundario ante las solicitudes por más luminarias, cámaras o timbres de pánico por parte de los municipios. Pese a lo anterior, destacan iniciativas como los planes integrales en barrios de alta complejidad en Bajos de Mena, La Legua y Parinacota desarrollados por el GORE Metropolitano, y que han acompañado inversión en espacio público, apertura de calles e incorporación de equipamiento social.
Otro proyecto que abordaba las carencias de equipamiento y seguridad aplicando principios de CPTED era la iniciativa “Corazones de Barrio”, que apuntaba a inyectar equipamiento y servicios en los barrios con peores índices de bienestar territorial, siguiendo el exitoso modelo de las Unidades de Vida Articulada de Medellín. Se identificó más de un centenar de terrenos fiscales para evaluar su implementación en Santiago, Antofagasta y Valparaíso, e incluso se estaba por iniciar la construcción de dos pilotos en las comunas de Padre Hurtado y Pedro Aguirre Cerda, pero inexplicablemente con el cambio de gobierno el Minvu detuvo el programa.
Por más que aumentemos la dotación de Carabineros o invirtamos en tecnologías preventivas, si nuestro entorno no garantiza las condiciones para sentirnos protegidos, será difícil vivir en ciudades más seguras.
Por Pablo Allard, decano Facultad de Arquitectura UDD