Columna de Pablo Allard: Transporte como puente hacia la equidad
Las ciudades son fuente de oportunidades, pero éstas no están igualmente al alcance de todos. Reflejado en dinámicas de segregación socioespacial, donde quienes pueden pagar por vivir cerca de sus trabajos, comercio, servicios y cultura incrementan sus posibilidades, mientras quienes no pueden elegir donde viven, son desplazados a periferias carentes de equipamiento, obligados a viajar horas en transporte público para alcanzar algunas de esas oportunidades.
Para revertir este dilema existen tres caminos: llevar las oportunidades a las periferias con la creación de subcentros, inyectar vivienda accesible en estos subcentros, y por último, acortar la distancia y tiempos de viaje entre las periferias y los centros. Estas estrategias requieren condiciones normativas, políticas y financieras difíciles de conjugar; sin embargo, existe una infraestructura capaz de detonar estos tres caminos: el Metro.
Es así que celebramos el reciente anuncio del Presidente Boric de la nueva línea 9 de Metro de Santiago, con 27 kilómetros de longitud y 19 estaciones que irán de norte a sur por el eje de Av. Santa Rosa. Conectando 8 comunas, beneficiando a más de 2 millones de habitantes, y entregando por primera vez cobertura de Metro desde Recoleta a La Pintana, Bajos de Mena y una nueva estación en La Legua.
Cuando la Línea 9 esté operativa, el tiempo de viaje entre Bajos de Mena y Puente Cal y Canto será de 30 minutos, contra los 65 minutos que toma hoy en buses, sumando además 6 combinaciones con otras líneas de Metro, acercando a esos 2 millones de personas a la red de oportunidades de la ciudad con un transporte eficiente, cómodo, predecible, seguro y sustentable. En otras palabras: digno.
Con una inversión estimada de US$ 2,7 mil millones, el primer tramo hasta La Pintana entrará en servicio el 2030, y la totalidad de la línea recién al 2033, pero ya hay propuestas como la del ingeniero Ariel López para ajustar el trazado aprovechando el túnel existente de Línea 3 a lo largo de tres kilómetros entre las estaciones Matta y Cal y Canto, reduciendo los montos de inversión en cerca de US$ 300 millones y los tiempos de ejecución.
Lamentablemente, para que este gran esfuerzo de inversión pública acerque estas nuevas oportunidades a quienes las necesitan, es vital enfrentar a su peor enemigo: la evasión. Esta fue irresponsablemente justificada como forma de desobediencia civil por personeros de gobierno desde el estallido social, y que ha alcanzado un récord de 44% durante el segundo semestre del 2022. Es tal la crisis de financiamiento del sistema que, con mucho temor, las autoridades se vieron obligadas recientemente a incrementar las tarifas en 10 pesos.
En este sentido, esperamos que así como se anuncian beneficios como las nuevas líneas de Metro, se intensifique el plan antievasión con campañas educativas y férrea fiscalización, de manera que nuestro transporte no sólo sea un puente hacia la equidad, sino también el camino hacia una mayor cultura cívica.
Por Pablo Allard, Decano Facultad de Arquitectura UDD
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