Columna de Pablo Allard: Un buen consejo
Uno de los temas que más criticamos en este espacio, fue la desidia del gobierno ante el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano. Una institución del Estado creada por ley el 2014 y cuya tarea era proponer al Presidente de la República reformas y acciones concretas en el marco de la Política Nacional de Desarrollo Urbano, tales como ajustes institucionales o nuevos enfoques de la acción del Estado en materias de vivienda, desarrollo urbano, transporte y obras públicas, entre otras.
Por razones que aún no se explican, y pese a la evidente crisis habitacional y climática que viven nuestras ciudades, el Consejo estuvo cerca de un año y medio sin cabeza ni sesionar, hasta que finalmente el martes pasado el Presidente Boric anunció una nueva entidad: el Consejo Nacional de Desarrollo Territorial (CNDT).
El CNDT reemplaza y fusiona al Consejo Nacional de Desarrollo Urbano y el Rural, y espera combinar ambos mundos para una mejor planificación territorial. Si bien parece razonable abarcar el territorio como una totalidad, desde la perspectiva de la planificación, ampliar su ámbito de acción y subir el número de consejeros a casi medio centenar generan aprensiones de que se pierda el foco: la seguridad alimentaria y el manejo de pesticidas son importantes para el país, pero será un desafío enfrentarlos desde el mismo consejo que está lidiando con la crisis habitacional o la necesidad de mejor planificación evidenciada con el drama de las inundaciones en el Maule o los socavones en Reñaca.
Más allá de estas aprensiones, celebramos el nombramiento de la doctora Paola Jirón como presidenta del nuevo consejo. Destacada académica de la Universidad de Chile, con vasta experiencia, liderazgo y reconocimiento transversal en temas de planificación urbana y transporte. También es promisorio que se sumen consejeros representantes de las empresas de servicios sanitarios, las generadoras de energía o las empresas de turismo.
En sus primeras declaraciones, Jirón destacó el legado y herramientas desarrolladas por el antiguo consejo, como el caso del sistema de indicadores urbanos Siedu desarrollado junto al INE, y a los que se suman valiosos documentos como Propuestas para densificación equilibrada o la Propuesta sobre vivienda y ciudad para la Convención Constitucional.
En este sentido, y para recuperar el año y medio perdido, el nuevo CNDT tiene varias tareas urgentes: la primera, a mi parecer, es activar un plan de catástrofe para erradicar campamentos ubicados en zonas de riesgo, ya sea por el invierno boliviano en Antofagasta o los incendios en la interfase urbano-forestal esta es una verdadera bomba de tiempo social; la segunda es darle un contexto, relato y complemento urbano al Plan de Emergencia Habitacional impulsado por el gobierno; la tercera, enfrentar la crisis de las subdivisiones rurales y finalmente modernizar nuestra planificación territorial para contar con comunidades más resilientes y sostenibles.
Esperamos que con este nuevo liderazgo y funciones, sigamos el consejo que el propio Presidente Boric dio en la ceremonia de instalación: que este no sea un consejo de cartón, sea tomado en serio y su trabajo se convierta en una política de Estado.
Por Pablo Allard, decano de la Facultad de Arquitectura UDD