Columna de Pablo Allard y Jonathan Orrego: Más vale pájaro en mano
Recorriendo Av. Los Pajaritos hacia el poniente desde del cruce con Av. Las Rejas con la Alameda, vemos un parque en estado lamentable por su vereda norte, kilómetros de bodegas, hasta que en el cruce con Teniente Cruz llegamos a otro Santiago: la comuna de Maipú. Seguimos el recorrido rodeados de mantos de casas, cruces con calles más bien pequeñas, excelente acceso a infraestructura de comercio y Metro. Similar a Av. Vicuña Mackenna con su Metro elevado, pero en Av. Pajaritos salió bien: la alameda de árboles es frondosa, la ciclovía es funcional, la pista de buses premia a los usuarios con tiempos más cortos; en suma, hasta el cruce con Vespucio es probablemente de los mejores ejes urbanos de la ciudad.
Paradojalmente, con todos esos atributos, prácticamente no hay edificaciones en altura en todo el trayecto. Desde el edificio de la PDI, hasta el Mall Arauco de Maipú, en cerca de 5 kilómetros de gran valor urbano, vive proporcionalmente muy poca gente. Esto no es un sinsentido, sino que un verdadero “pecado urbano”.
Estamos en una crisis de acceso a la vivienda, con un Plan de Emergencia Habitacional del gobierno en marcha y una política de integración que precisamente fomenta la construcción de vivienda en densidad en ejes urbanos con buen transporte y equipamiento. Un pecado, porque tenemos miles de hogares allegados, y muchos de ellos probablemente hacinados en esas casas a cuadras de Av. Pajaritos. La razón por la que no hay edificios en dicha avenida es porque el Plan Regulador Comunal de Maipú (PRC) tiene una norma que desconoce la vocación metropolitana de esta avenida y le asigna una norma de densidad tan baja que impide a las inmobiliarias o al propio Serviu construir otra cosa que no sea viviendas muy grandes, pero a precios privativos.
Por ello, llama la atención que el alcalde Vodanovic reaccione contra un proyecto de tres torres que se pretende construir frente al Metro Monte Tabor. Para sortear las trabas del PRC, la inmobiliaria usó una técnica legal que en algunas comunas de la zona oriente ya está prohibida: el permiso de edificación es en parte vivienda con uso habitacional y en gran parte uso de apart hotel. Este último uso no tiene restricciones de densidad, por lo que el proyecto puede tener más unidades que las permitidas. La consecuencia es evidente: desconfianza. Donde se puede construir 10 se construyen 20, una forma de eludir el espíritu del PRC.
La única solución a este dilema es promover la integración social y urbana. Eso sí, el alcalde se equivoca al demonizar la densificación, ya que desde el año pasado posee nuevas atribuciones para incentivar, incluso obligar a desarrolladores inmobiliarios a construir viviendas de interés público en corredores como Av. Pajaritos, permitiendo densificar armónicamente.
Por Pablo Allard, Decano Facultad de Arquitectura UDD, y Jonathan Orrego, Licenciado en Geografía