Columna de Pablo Méndez: Oportunidades, riesgos y el nuevo año
"Nadie realmente tiene la capacidad de pronosticar los mercados en lapsos cortos de tiempo. Sin embargo, analizando las expectativas de retornos, riesgos y evidencia histórica, todo parece indicar que la renta variable enfrentará un complejo escenario y se observará un mayor apetito por activos de renta fija."
El 2023 comienza con una serie de interrogantes en materia de inversiones. ¿La inflación en Estados Unidos continuará siendo un riesgo y el alza de tasas del Fed generará una recesión económica? ¿El levantamiento de las políticas cero Covid en China comenzará a contribuir nuevamente en la demanda global? ¿Europa será capaz de evitar una recesión tras la incertidumbre que desencadenó la invasión Rusia a Ucrania? Mi pensamiento es que estas preguntas todavía no tienen respuesta.
Hay una serie de antecedentes que dan respaldo a esta tesis: el Fed ha enfatizado que aumentará la tasa de referencia a 5% y la mantendrán en este nivel restrictivo durante todo el 2023 debido a la persistencia de la inflación; China relajó sus políticas cero Covid y los casos han aumentado exponencialmente, dejando en jaque la recuperación económica de uno de los mayores aportantes al crecimiento global; por último, en Europa se ha visto un mayor grado de resiliencia económica, pero es difícil pronosticar el desarrollo del conflicto geopolítico.
En este punto el lector podría pensar de forma apropiada que estos riesgos ya están en gran medida internalizados por el mercado, pues las bolsas globales cerraron con una baja de 18% en dólares, la mayor corrección desde la crisis de las puntocom. El argumento puede ser cierto, pero siendo escéptico, es sumamente llamativo el bajo premio que están ofreciendo los activos de riesgo (entendido como el retorno esperado de la renta variable menos la tasa libre de riesgo). Si analizamos el caso de los principales activos globales, la bolsa norteamericana presenta un premio de 2,1% real (compuesto por un retorno esperado de 3,6% del S&P500 menos 1,6% que ofrece la tasa real a 10 años). Un inversionista puede acceder a un yield de 2,7% real invirtiendo en un bono Investment Grade (bonos de empresas de alta calidad crediticia). Entonces, ¿cuál es el incentivo a invertir en acciones si la tasa base y la renta fija segura ofrece un mejor perfil de retorno ajustado por riesgo?
Para que el premio por riesgo sea congruente con periodos de crisis –que es el escenario base que manejan distintos bancos de inversión en función de los riesgos descritos-, la renta variable debería abaratarse y, de esta forma, las expectativas de las acciones serían congruentes con los fundamentos económicos. Para que se hagan una idea del panorama y sus magnitudes, durante la crisis subprime el premio por riesgo aumentó desde 1,2% a 7,3%, y en el periodo Covid-19 desde 1,5% a 5%, generando caídas del S&P500 de 50% y 32% reales, respectivamente.
El objetivo de esta columna no es ser clarividente, nadie realmente tiene la capacidad de pronosticar los mercados en lapsos cortos de tiempo. Sin embargo, analizando las expectativas de retornos, riesgos y evidencia histórica, todo parece indicar que la renta variable enfrentará un complejo escenario y se observará un mayor apetito por activos de renta fija.
*El autor es gerente de Portafolios de Inversión, LarrainVial Estrategia.