Columna de Pablo Ortúzar: ¿Quién construirá la estatua de Piñera?

Sebastián Piñera
FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA


El libro La reconstrucción de Chile, compuesto por Claudio Cancino y Ernesto Ayala, apareció en noviembre del año 2013 y cuenta la historia de las decisiones y logros del primer gobierno de Sebastián Piñera respecto del esfuerzo de rehabilitar el país luego del terremoto y maremoto del año 2010. Piñera se comprometió a que antes del fin de su mandato todos los chilenos afectados estarían viviendo bajo un nuevo techo. Durante el año 2011 su gobierno entregó 222.418 subsidios habitacionales. En febrero de 2012, de acuerdo a las cifras oficiales, se encontraban en construcción 136 mil viviendas, y 72 mil ya estaban entregadas. Al mismo tiempo, se había recuperado casi la totalidad de la infraestructura de transporte y comunicaciones, así como la de salud, siendo menor el avance en la de educación, con un 73%. En febrero de 2014, un 97% del proyecto estaba completo: 200 mil viviendas construidas, 20 mil en construcción y 175 por iniciar.

Un tal “Observatorio de la Reconstrucción”, formado por académicos de la Universidad de Chile, coordinado por Walter Imilan y financiado con un fondo universitario, rebatió públicamente esas cifras, asegurando que el avance real de la reconstrucción era paupérrimo, lo que fue repetido hasta el hartazgo por la Concertación. Este observatorio operó hasta 2017, no comentó el proceso de reconstrucción en el norte bajo Bachelet II y la palabra que más reiteran en sus intervenciones es “neoliberalismo”. Repetir que todo va mal: el mismo trabajo político sucio que terminaron asumiendo Eduardo Engel y su equipo en Espacio Público -Ministro Pardow incluido- durante la pandemia.

En cambio, la experta de la Universidad de Berkeley en recuperación de desastres Mary Comerio hizo una muy positiva evaluación del proceso de reconstrucción en su artículo “Housing Recovery in Chile: A Qualitative Mid-Program Review” (2013). En dicho informe sólo hay elogios al proceso, del que deriva cinco grandes lecciones generales, destacando entre ellas el haber reconstruido con la participación de los vecinos y manteniendo los barrios originales.

Durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet, entre marzo y mayo del 2015, un fuerte temporal afectó las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo en Chile, dejando 31 muertos, 16 desaparecidos y 16.588 damnificados. Las labores de reconstrucción comenzaron ocho meses después, se proyectaron a cinco años y luego de un año llevaban un 20% de avance. Para mayo de 2017 el gobierno había entregado 63 de las mil viviendas comprometidas en Atacama, pero se felicitaba de que un 71% de las soluciones habitacionales había “iniciado obra”. Ningún “observatorio” se pronunció al respecto. Finalmente, fue el segundo gobierno de Sebastián Piñera el que tuvo que terminar el proyecto.

Por último, al actual gobierno le tocó reconstruir luego de un megaincendio en Viña del Mar que dejó 1.133 viviendas afectadas. Piñera estaba monitoreando el proceso y había movilizado a sus equipos para generar un proyecto de reconstrucción cuando encontró su muerte. El arquitecto Iván Poduje, de hecho, finalizó ese proyecto y lo entregó al gobierno, que lo descartó. Ellos no necesitaban ayuda, ni mucho menos intervención de privados. Resultado: en ya casi un año, llevan ocho casas construidas y hay 64 “en proceso”. A inicios de 2024, cuando todos los amigos del gobierno, liderados por Camila Vallejo, robaban cámara entre los restos chamuscados, la muletilla era “que no llegue el invierno sin un techo sobre sus cabezas”. Y ya pasó un invierno y viene otro. Buenos para la deconstrucción, malitos para la construcción. Obviamente ningún académico los vino a “observar”. Sekos, amigos.

Mucha gente en la izquierda plantea que es muy apresurado construirle una estatua a Sebastián Piñera en la Plaza de la Constitución. Sin embargo, uno podría rebatirles que lo “apresurado” dependerá de la coalición a la que le toque edificarla. Si el proyecto quedara en manos de la coalición hoy gobernante, de acuerdo a la experiencia pasada, podría estarse inaugurando para la celebración de nuestros 250 años de independencia. Eso sí, ningún “observatorio” entorpecerá su trabajo. Académicos y “expertos” dirán que van despacio, porque van lejos. ¡Seguimos!

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