Columna de Patricio Domínguez, Martín Latorre y Bernardo Lara: ¿Cómo se han insertado jóvenes titulados al mercado laboral?
El pasado lunes 8 de enero se dieron a conocer los resultados de la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), marcando un momento crucial para miles de jóvenes que buscan entrar a la universidad. Así inicia un camino que, para muchos, representa la esperanza de acceder a mejores sueldos y oportunidades de desarrollo personal y profesional.
Al respecto, algunos responderían que sus altas expectativas son irreales. La razón: que habría una sobreoferta de profesionales y técnicos. Y es que, para cumplir sus objetivos, los más de 250 mil jóvenes que rindieron la PAES se matriculan en la educación superior (ES), cuya matrícula (considerando universitarios y técnicos) se ha multiplicado por 5,5 desde 1990 y ya supera los 1,35 millones de estudiantes.
En un reciente boletín de Espacio Público analizamos cómo nuestra economía ha absorbido esta creciente oferta de egresados de la ES. Hay dos enfoques teóricos que se suelen usar para este tipo de análisis. El más común es un modelo de demanda laboral estática, donde un aumento de oferta –de la cantidad de jóvenes que entran al mercado laboral con un título de ES- precariza las condiciones laborales. Un segundo modelo asume que podría haber acción también por el lado de la demanda, donde, por ejemplo, los avances tecnológicos pueden aumentar la cantidad de empleados con título universitario que se requieren. Esta posibilidad plantea que el impacto final en los salarios y la empleabilidad de los titulados de la ES depende de si crece más su oferta o su demanda. ¿Qué modelo explica mejor lo ocurrido en Chile tras la masiva expansión de la ES?
En primer lugar, es importante tener en cuenta la magnitud del cambio. Mientras que en 1990 sólo el 13% de las personas de 25 a 29 años (jóvenes desde ahora) empleadas tenía un título de ES, esta fracción se multiplicó por más de tres (43%) en 2022. Así y todo, durante ese periodo, la tasa de empleo de los jóvenes con ES subió de 74% a 83%. En otras palabras, pese a que el número de titulados jóvenes de la ES pasó de poco más de 130 mil a casi 575 mil, la probabilidad que tienen de estar empleados no sólo no cayó, sino que subió. Más todavía, nuestras estimaciones muestran que un joven que egresa de la ES aumenta su probabilidad de estar empleado en 18 puntos porcentuales y que este retorno se ha mantenido en el tiempo.
Pese a lo anterior, este dato por sí sólo es insuficiente para describir las ventajas que experimentan quienes salen al mercado laboral con un título profesional. Por ello, pusimos acento también en la evolución de los salarios. Estimamos que un joven promedio que egresa de la ES aumenta su ingreso en 43% (2022), aunque este retorno ha caído durante la última década. Desde 1990 a 2013 nuestra economía mostró un excelente desempeño atrayendo de buena forma a este grupo que se incorporaba al mercado laboral. Durante ese periodo, los retornos se mantuvieron por sobre el 70%, pese al sostenido crecimiento de los salarios de quienes sólo habían completado educación media.
En definitiva, la economía chilena ha mostrado una buena capacidad para integrar a un creciente grupo de jóvenes con formación en ES. En efecto, los retornos de la ES siguen siendo altos, a pesar de que el premio salarial cayó en la última década. No obstante, esta evidencia no puede ser una invitación a adoptar una mirada complaciente sobre el sistema de ES y nuestra economía, pues los nuevos desafíos del sistema de educación terciaria son exigentes si queremos que mejoren en calidad, capacidad de generar bienes públicos y en su interacción con los nuevos cambios tecnológicos que se avecinan.
Por Patricio Domínguez, presidente ejecutivo de Espacio Público y profesor de la Escuela de Ingeniería UC, Martín Latorre, investigador de Espacio Público y Bernardo Lara, profesor de la Escuela de Gobierno UAI
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