Columna de Paula Escobar: Atajar el reino del discolaje

HEMICICLO SENADO
19 MARZO 2024 HEMICICLO DEL SENADO DURANTE VOTACION DE LA NUEVA PRESIDENCIA. FOTO: DEDVI MISSENE


Liderazgos que hagan reformas graduales, cambios en la dirección correcta, aunque se demoren. Líderes que cambien de opinión para llegar a un acuerdo. Eso es lo que las personas quieren hoy, según el último estudio del PNUD. Un cambio muy importante: hoy se busca, en dos palabras, seriedad y compromiso para avanzar. ¿Por qué, entonces, en Chile estamos viendo cada vez más estridencia, maximalismo, atrincheramiento, hostilidad hacia el otro, bloqueo incluso? ¿Por qué priman el interés propio, la pelea chica, el revanchismo?

Una explicación puede ser particular: liderazgos divisivos tienen éxito en muchas latitudes, haciendo escuela, y algunas personas se sienten cómodas en ese modo político hostil e individualista. Pero hay también una explicación estructural. El sistema actual incentiva todo lo contrario de lo que pide la ciudadanía en el estudio PNUD. Privilegia, de hecho, a los llaneros solitarios, a los que obstruyen los avances, a los que van por la libre, desincentivando liderazgos más institucionales y disciplinados.

Incentiva el griterío y castiga a quienes quieren construir. Quienes hoy prosperan, a menudo se declaran independientes, sin responder a partido alguno, o se salen del que pertenecían, haciendo su propio partido-para-uno (o una). Así, nuestro sistema político está lleno de islas e islotes, fragmentado al nivel de hacerse ingobernable y paralizando todo avance.

Hay 23 partidos con representación en el Congreso -y tres más en formación-, más de 40 de los congresistas son independientes, la mayoría escindidos de partidos, y buscan notoriedad y poder no a través de buscar acuerdos, sino por lo contrario: al polarizar los debates para transar su voto dirimente -e indisciplinado- lo más caro posible. Muchos de estos llamados independientes son electos por un partido -al que usan de Uber, solo como medio de transporte- para luego abandonarlo, fundar otro partido “boutique” a la pinta propia, o “vitrinear” a qué bancada cambiarse, para luego negociar con el gobierno o la oposición su voto pivotal. Como resultado, la negociación es con infinitas partes involucradas.

Y la fragmentación no ocurre solo en el Congreso. En las elecciones municipales y regionales de octubre, más de la mitad de los candidatos va como independiente, con firmas recolectadas por su cuenta (sin contar los independientes dentro de los pactos). Con mil firmas se puede ser candidato en una comuna de 400 mil. Algunos de ellos tienen domicilio político conocido, pero otros evitan definirse, manteniendo una interrogante estratégica sobre el espectro de su accionar. Parecen jugar a las escondidas con los electores, tejiendo un manto de silencio sobre quiénes realmente son y qué realmente piensan. Esa opacidad se sostiene en que sienten que no le rinden cuentas a nadie.

El encanto por los independientes se pulverizó en Chile con la Lista del Pueblo, que se reveló como un cascarón transaccional, unido sólo sobre la base de la impugnación, la rabia y la conveniencia… ¡Un negocio! No había ninguna sustancia, ni en el fondo ni en la forma, ni la más mínima fiscalización de su elenco, que cometió muchos peores horrores que los partidos políticos que querían destruir. Los chilenos nos curamos de espanto. Y los partidos políticos, por vilipendiados que sean, mostraron mayor resguardo para los electores que aquellos que se mandaban solos.

lista del pueblo

A pesar de esa experiencia aleccionadora, no se han hecho cambios para fortalecer a los partidos políticos, evitar la fragmentación y atomización, y cambiar el actual nulo incentivo a colaborar y acordar, como piden chilenas y chilenos. El reinado del discolaje avanza, impidiendo que los políticos más serios puedan lograr avances, y entonces las personas acumulan más rabias aún por todo lo que está parado, sea por indisciplina, sea por adversarialidad revanchista.

Es hora de retomar la reforma al sistema político, que aunque sea acotado, es un primer paso: pérdida de escaño si se renuncia al partido, umbral de 5% para que los partidos tengan representación parlamentaria, fortalecimiento de la disciplina partidaria y analizar también el fin de los pactos. No es una solución mágica ni la única, pero es un buen primer paso, para fortalecer el sistema, disminuir la fragmentación y dejar de promover a los llaneros solitarios.

Esta reforma, anunciada por el Presidente Boric en la cuenta pública, y con amplia aceptación en la oposición también, debe estar resuelta antes del 18 de agosto de 2025, es decir, antes de que comience la inscripción de candidaturas al Congreso y la Presidencia de la República. Después de esa fecha, sería visto como un cambio a las reglas del juego. Queda un poco menos de un año, entonces, para una reforma que es fundamental para darle mayor gobernabilidad a nuestro país, para poder avanzar y para no dejar a la ciudadanía rumiando más frustración y más rabia.

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