Columna de Paula Escobar: La “pausa activa” de Dorothy Pérez
La energía de Pérez, su empoderamiento y sentido de urgencia, por lo demás, están en sintonía con lo que la ciudadanía espera de los funcionarios públicos. Que se muevan y hagan su pega, sin excusas. Si las autoridades quieren elegir un nuevo Contralor/a a su gusto, bueno, pónganse de acuerdo, pues. Este cargo debe ser propuesto por el Presidente y ratificado por ⅗ del Senado.
Estamos empantanados. No nos podemos mover ni para allá ni para acá, y en esa parálisis nos vamos hundiendo. No por ausencia de diagnósticos o ganas, sino por la incapacidad de los liderazgos políticos de ponerse de acuerdo y, tal como pide la ciudadanía a gritos, ceder.
Y así estamos: la derecha, posplebiscito 17-D ha notificado que no “cederá”. O sea, olvidémonos de reformar las pensiones, la salud, sacar adelante la sala cuna universal, que llevan años en compás de espera. Y de nombrar las muchas autoridades pendientes que requieren acuerdos entre derecha e izquierda. Relevantes cargos que esta adversarialidad deja en el limbo: con una autoridad subrogante que debe mantener con pulso la institución, pero no puede acometer nada de lo urgente y de lo relevante. En chileno: la incapacidad de acordar deja a las instituciones condenadas a una gestión entre Tongoy y Los Vilos.
Pues bien: esto estaría llegando a su fin con Dorothy Pérez, la contralora (S). Pérez se ha tomado su subrogación -tras el fin de la era Bermúdez- con más energía que gran parte de los titulares, dejando en shock a varios.
El lunes 18 llegó a primera hora a Teatinos 56 y, sin perder tiempo, dictó dos resoluciones en las que reestructuró por completo el funcionamiento del organismo. Una de ellas achicó la gran cantidad de funcionarios que existían en la jefatura de gabinete de Bermúdez, por lo que decidió pasar de nueve unidades a solo tres, y para ello argumentó el buen control de los recursos públicos, como relata La Tercera.
Controversial, se podrá pensar, reestructurar tan profundamente cuando solo se es subrogante. Cierto. El punto es que estamos en una crisis de probidad y corrupción donde la Contraloría no puede quedar en “pausa activa”. Y que, además, Pérez puede ser subrogante por meses… Hasta ahora, en todo caso, no se ha acusado de que su actuar sea ilegal o que carezca de fundamentación.
Luego tomó otras medidas para robustecer la fiscalización y control de municipios y gobernaciones, pues, a su juicio, era necesario dotar a Contraloría de una “dependencia especializada y robusta en el ámbito de la regionalización y descentralización administrativa del país”. Entre sus funciones está “fiscalizar y velar por el cumplimiento del ordenamiento jurídico, el respeto del principio de probidad administrativa y el resguardo del patrimonio público por parte de los gobiernos regionales y de la administración municipal, como asimismo de las entidades privadas que administren fondos públicos y cumplen finalidades en dichos ámbitos y respecto de las cuales la Constitución o las leyes otorguen competencias a la Contraloría General de la República”.
Asimismo, Dorothy Pérez disminuyó la discrecionalidad para los aumentos salariales de los y las empleadas de Contraloría, para que aquello dependa de la antigüedad y las calificaciones. Además, la abogada despachó oficios a todas las entidades públicas que tienen un rol directo o indirecto con prevención y combates de incendios, con miras a la temporada de verano.
Varios quedaron epatados con todas estas medidas. Incluso, calificaron su actitud de imprudente. Veremos cómo sigue todo esto, pero quienes la critican no consideran dos elementos. Primero, que la capacidad de resistencia de Pérez es infinita. Recordemos que el contralor Bermúdez la despidió en 2018 y ella no lo aceptó. Y finalmente ganó, tras fallo de la Corte Suprema, y ambos convivieron como Rusia y Estados Unidos en la Guerra Fría durante los siguientes años. Ella, imperturbable, aunque la hayan puesto en el congelador.
Y, en segundo lugar, fortalecer la fiscalización a municipios y gobernaciones, achicar el gabinete del contralor y destinar esos recursos a fiscalizar, disminuir la discrecionalidad de los aumentos salariales, así como averiguar ya mismo si quienes van a combatir incendios están en forma, parece de lo más prudente. La energía de Pérez, su empoderamiento y sentido de urgencia, por lo demás, están en sintonía con lo que la ciudadanía espera de los funcionarios públicos. Que se muevan y hagan su pega, sin excusas.
Si las autoridades quieren elegir un nuevo contralor/a a su gusto, bueno, pónganse de acuerdo, pues. Este cargo debe ser propuesto por el Presidente y ratificado por ⅗ del Senado.
Como la película, alguien tiene que ceder. El gobierno debe ser realista y pragmático. Y la oposición, al menos la de Chile Vamos, debe salir de la línea obstruccionista del P. Republicano: los desdibuja y los deja amarrados al techo de ese sector.
Si no ceden, se encontrarán con el camino que ya ha inaugurado Dorothy Pérez. Funcionarios públicos que conocen el funcionamiento del Estado y que no se van a prestar para -en buen chileno- calentar la silla mientras ellos siguen pelando.
Adivinen con quién va a estar la opinión pública.
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