Columna de Paula Walker: A río revuelto ganancia de pescadores
“A río revuelto ganancia de pescadores”. Ese refrán señala con precisión la estrategia de algunos grupos de derecha en torno a la reforma previsional con el objetivo de mantener sus beneficios. Ellos alientan la confusión, generan opiniones polarizantes, declaran algo en privado y lo contrario en público para “revolver el río” y frente a la confusión aprovechar para dejar las cosas como están.
Si algo nos mostró la pandemia -cuando el planeta entero se detuvo- fue que los valores para enfrentar el tiempo actual no son ni la competencia ni el sálvese quien pueda, sino la solidaridad, la colaboración y un sistema de protección social que no distinga entre ricos y pobres. Basta como ejemplo el caso de la vacuna contra el Covid entregada por Fonasa sin distinción.
En Chile crecimos creyendo que el esfuerzo bastaba. En este “río revuelto”, las personas esperan que tras 30 o 40 años de trabajo -como la gran mayoría- tendrán una pensión digna gracias a las AFP. Y los datos son desoladores: en 2021, la mitad de las y los pensionadas obtuvo una pensión menor a $65 mil pesos financiada solo por sus cotizaciones. En el caso de las mujeres (castigadas por la maternidad y muchas veces imposibilitadas de trabajar por cuidar a los hijos) es aún más baja. Desde 2009, el Estado ha puesto plata para que esas pensiones estén por encima de los 200 mil pesos. En el gobierno de la Presidenta Bachelet se conoció como el Pilar Solidario y desde el gobierno del Presidente Piñera se conoce como la PGU. Sin eso, la pensión de al menos la mitad de la gente no llegaría ni a los 70 mil pesos.
Cuando las personas son jóvenes se perciben como triunfadoras y dueñas de la verdad. Cuando jubilan y los problemas de salud pasan la cuenta, ahí se necesita una red de protección social que sostenga y permita cierta dignidad en esa etapa de la vida. Dignidad para las y los viejos provenientes de todas las clases sociales. Eso el actual sistema privado no lo puede asegurar. Han pasado 42 años desde que comenzaron las AFP, y ya hemos visto cómo son las pensiones y cuánta pobreza viven los adultos mayores de las clases medias y bajas. También los de sectores altos que en sus últimos años dependen de los hijos o hijas porque la plata para esa etapa de la vida no es suficiente.
Es incomprensible el doble estándar de algunos partidos políticos y sus expertos que obstaculizan avanzar en la reforma. La ministra del Trabajo retomó esta discusión con la clase política y volvieron a reunirse. El problema es que en este “río revuelto” cuesta mucho seguir la discusión pública. La propuesta del gobierno incluye una nueva cotización de 6% por parte de los empleadores para crear un seguro social que mejore las pensiones. Será un complemento a los ahorros de las personas para mejorar su pensión.
Hay muchos pescadores atentos para que la reforma no vea la luz, el sistema siga siendo privado, y que las ganancias del río revuelto sean para ellos. Basta mirar los balances de las AFP y las ganancias que tienen.
Por Paula Walker, profesora Escuela de Periodismo Usach
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