Columna de Paula Walker: Autolesionarse
Es difícil gobernar. Lo saben quienes han tenido el privilegio de estar en el gobierno y desde allí trabajar para que la vida de las personas en el país sea un poco mejor.
También es difícil comunicar desde el gobierno. Más ahora con las redes sociales que imponen una nueva narrativa, otra velocidad y una idea equivocada sobre la simpleza de las soluciones e incluso de la realidad misma. Lo anterior se profundiza por informaciones imprecisas que mezcladas con los sesgos de cada uno, las experiencias y percepciones del entorno, son un cóctel difícil de administrar.
Es inentendible, entonces, que el gobierno se autolesione con una agenda y unos tiempos que no conversan bien con las expectativas de las personas. Se estaba avanzando en una agenda de seguridad entre el Ministerio del Interior y las fuerzas parlamentarias de gobierno y oposición. Lo hacían bajo el liderazgo de la ministra Tohá, quien entiende las dificultades y los vericuetos del poder. Cuesta imaginar que la ministra diera el vamos a un diseño político que frenaba radicalmente el proceso de conversación y acuerdo para dar paso al indulto de 11 personas… perdón 13. Verdad que hubo una imprecisión inicial.
El gobierno ha tenido que reorganizar su promesa, su agenda e incluso el tono de su relato por los serios problemas de seguridad que se viven en el país. El Presidente ha dicho que perseguirán como perros a los delincuentes, luego declara que se duerme y se levanta pensando en la delincuencia. La encuesta CEP de esta semana, mostró cómo la delincuencia es la primera preocupación de las personas con un 60% de menciones, subiendo 10 puntos porcentuales en menos de un año en plena gestión del actual gobierno. En medio de las negociaciones, encuentros y estando a punto de lograr avances para enfrentar la delincuencia, el gobierno decide autolesionarse y anunciar los indultos. Eligió ese día, de esa semana, de ese momento. Sabemos que todos los presidentes han indultado personas porque es una facultad que les otorga la Constitución. Sin embargo, la oportunidad no deja de ser un componente valioso. ¿Quiénes entonces determinan el ritmo y la oportunidad del gobierno?
Un gobierno debe dialogar con la mayor cantidad posible de personas y hacer crecer su base de apoyo en la medida que se despliega. Eso implica escuchar realmente lo que dice la mayoría del país. Confrontar el programa (que se hace en un estado emocional tan distinto que cuando se está gobernando) con la realidad misma del momento que les toca gobernar. Es un deber garantizar adhesión de las mayorías al proyecto. No es fácil ser coherente, coordinarse, diseñar y lograr los momentos justos. Es más fácil escribirlo que hacerlo, pero es necesario tener en consideración y jerarquizar aquello que permite ser fiel a la promesa de gobernabilidad que se esgrime periódicamente. La coherencia comunicacional es un componente que ayuda a avanzar sin meterse autogoles y retrasar la trampa de hacer competir distintas partes de un mismo gobierno.
Por Paula Walker, profesora Escuela de Periodismo Usach
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